La noticia de perfil
Cual si ella fuera más paceña que la tía de Pedro Domingo Murillo, mi discípula periodística empezó a revolver mi ropero en busca de la tea de Murillo que orgullosamente saco a desfilar la noche del 15 de Julio de cada año, junto a miles de cochabambinos, potosinos y chuquisaqueños, encontrándola junto a mi guitarra y otros objetos de uso ocasional, como el uniforme de General que me regaló el extinto general Banzer.
La cholita cochabambina levantó triunfalmente nuestras teas murillanas y me dijo: “ahora ya podemos ir por las calles de La Paz en busca de paceños que viven en destierro en el seno mismo de nuestra tierra”, como dice el mensaje de la Junta Tuitiva, que presidió nuestro gran héroe.
Medité unos instantes en el destierro de los paceños, solicitando a mi comadritay que me explicara con mayores detalles el destierro de los paceños en nuestra misma ciudad de La Paz, accediendo a mi pedido sin hacerse rogar.
“Comenzare diciéndole que por buena o por mala suerte desempeño mi trabajo periodístico en el Palacio Real de la plaza Murillo, donde manda y ordena un orureño nacido en Orinoca, lugar donde ha mandado a construir un museo con todas las joyas, como condecoraciones y obsequios que ha recibido en su vida pública, mientras los paceños desterrados no pueden ni siquiera ingresar a la plaza Murillo y a la cual ya se ha amenazado con quitarle el nombre de Murillo para reemplazarlo por el de un rebelde héroe indígena”.
Mi comadre cochabambina también me recordó que en esta y en próximas fiestas julias nuestras ofrendas florales al héroe y mártir paceño se las haremos llegar vía aérea.
Triste ante esas perspectivas, agradecí a la cochabambina nacida en Quillacollo por abrirme los ojos y tocarme el corazón ante la realidad paceña, pero ella no quiso olvidar el drama cotidiano de centenares de miles de paceños siempre bloqueados en nuestras calles, plazas y avenidas por ciudadanos que llegan de todas las ciudades y pueblos del país para exigir a nuestros gobernantes la solución de sus pedidos y reclamos, mientras el Presidente está en New York y el Vicepresidente dicta conferencias por mundos extraños.
Pero no importa, Macacha y yo seguiremos buscando paceños “desterrados en el seno mismo de nuestra patria” para salir estas noches con nuestras teas encendidas que nadie las podrá apagar.
Para concluir, permitidme decir “Viva La Paz y Cochabamba más. Gloria a Pedro Domingo Murillo (Peter Sunday Little Wall)”.
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