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En un sorpresivo discurso en ocasión de un acto en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), el segundo mandatario del Estado sostuvo el pasado viernes que si bien se puede destacar los usos médicos, agrícolas y eléctricos de “la energía nuclear basada en la división (fisión) del átomo”, genera problemas para la humanidad por los “residuos radioactivos que tardan cientos y miles de años en dejar de ser radioactivos”.
Por eso, afirmó, “el futuro de la humanidad va a ir por el lado de la energía de fusión de átomos (…) utilizando el hidrógeno, el tritio… el litio”. Y luego se preguntó: ¿Dónde hay litio?, respondiéndose a continuación, “en Bolivia, cerca del 50% del litio del mundo está en Bolivia, en el salar de Uyuni”.
La intervención de la citada autoridad nos deja un tanto perplejos. Resulta importante en principio enfatizar su perspectiva acertada en torno a un tema de lo más preocupante. A pesar de que está claro que esto no significa que el gobierno al final recapacitó y optó por dar marcha atrás en el cuestionado proyecto de desarrollo nuclear en El Alto, lo que sin la menor duda podría haber generado muchos aplausos, esta es la primera vez que se reconoce de manera explícita los riesgos que implica, lo que tampoco deja de ser positivo.
Sin embargo, me pregunto si el Vicepresidente se habrá dado cuenta de la esencia contradictoria de su argumento. Pero, ¿dónde radica el contrasentido?
Vayamos por partes. Empecemos viendo la página web del Ministerio de Hidrocarburos y Energía, donde se habla del carácter integral del emprendimiento estatal, identificando al menos cuatro ámbitos de aplicación nuclear, a saber: de salud, agroindustrial, energético y de tecnología y desarrollo.
Ahora bien, si el centro nuclear a edificarse en la urbe alteña hubiera excluido el rubro energético de la lista de temas a desarrollarse, entonces podríamos haber pensado en una total sintonía entre la disertación y la realidad. ¿Por qué? Bueno, porque resulta que es precisamente en la generación de energía donde se producen los desechos nucleares que según el vicepresidente tardan cientos y miles de años en desaparecer.
Adicionalmente, si por las razones sugeridas, se hubiera decidido en efecto prescindir del ámbito energético en el futuro centro nuclear, entonces dicha cartera de Estado ya no tendría que estar a cargo de nada con respecto al mismo.
Como no existen razones para pensar ni en lo uno ni en lo otro, nos vemos obligados a concluir que el Vicepresidente se volvió a introducir en otro de sus laberintos sin salida.
Todo esto adquiere aún mayor gravedad ante las siguientes piezas de evidencia encontradas en la nota difundida por un matutino local sobre el tema: 1) El nombre de la entidad a crearse: Centro de Investigación y Desarrollo de Energía Nuclear con Fines Pacíficos; y 2) La presencia de RosAtom, empresa rusa líder en el campo de la fisión nuclear en el mundo, en el proyecto.
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