La noticia de perfil
En las vísperas del tradicional desfile de teas por las calles de la ínclita ciudad de La Paz, pregunté a mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo si había hecho entrega a nuestro Presidente Vitalicio de mi tea que hallamos en mi ropero y pudiera desfilar con ella en honor del protomártir Pedro Domingo Murillo.
Grande fue mi desconsuelo al enterarme, por labios de la reportera cochabambina, que nuestra máxima autoridad nacional se había marchado al Chapare para celebrar con los cocaleros que él dirige el primer grito de libertad de América. Como saben mis lectores, mi comadritay es admiradora política y personal del mandatario de los bolivianos, trato por ello de justificar la ausencia de éste aduciendo razones de impedimento físico, pues es de conocimiento nacional y mundial su “mala pata” por una lesión en una de sus rodillas, que le impediría desfilar por nuestras calles paceñas, vitoreando a nuestro protomártir, excusa que no convenció a mi exaltado paceñismo.
En busca de razones más convincentes, mi discípula periodística me manifestó que sólo nos aprestamos a celebrar unas efemérides departamentales, las cuales deberían ser presididas por nuestro Gobernador y nuestro Alcalde, personajes políticos cuya tendencia es contraria a la que encabeza el caudillo masista, argumento que tampoco me convenció, pues si la sede de mi gobierno es La Paz, él debería respetar y amar la sede donde se halla instalado su trono.
Disconforme con la ausencia del Presidente del Estado Plurinacional y Folklórico en el día de las glorias paceñas, pregunté a la cholita cochabambina nacida en Quillacollo si conocía algo de hacer los festejos del 15 de julio en Ivirgarzama o alguna otra población Chapareña, callando la periodista valluna, quien me confesó hacer estado alguna vez por Carrasco Tropical, por lo cual tuvimos que imaginar a nuestro presidente Evo desfilando la noche del 15 de julio en hombros de cholitas chapareñas y portando la tea de Murillo en una de sus manos, mientras millares de chapareños gritaban “¡la sagrada hoja de la coca que tenemos sembrada nadie nos la podrá disminuir o arrebatar! Gloria a la DEA, la coca que tenemos sembrada, nadie nos la podrá quitar…”.
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