Chile, como siempre, contrario a Bolivia

Desde que el Tribunal de Justicia de La Haya dijo que “tiene competencia para tratar el caso de la mediterraneidad boliviana”, Chile o, más propiamente, su gobierno, ha mostrado más hostilidad contra nuestro país. Para el régimen mapochino no hay ni puede haber momento en que no haga caso a la directivas de sus militares para hacer la vida difícil a Bolivia. No caben reclamos ni insinuaciones para que se obre en forma amigable y hasta se desoye lo que señalan muchos estudiosos y políticos chilenos en sentido de que “hay urgencia de hacer justicia a Bolivia” o, como expresó el presidente chileno Santa María: “No podemos ahogar a Bolivia”.

El gobierno de Chile no sopesa para nada el hecho de que ese país ha aprovechado absolutamente los frutos de la invasión a Antofagasta y el hecho de haberse apoderado de extenso territorio y de nuestro acceso al Pacífico y usufructuar desde el año 1915 de las minas de cobre, herencia de la injusta guerra y que perteneció a Bolivia; no reconoce que el Lauca y los manantiales del Silala les da vida a buena extensión del norte de su territorio y por lo que no reconocen ningún beneficio y menos pagan alguna compensación.

Para el gobierno chileno las palabras y decisión indiscutible de sus fuerzas armadas serán decisivas para no reconocer nada a Bolivia, para no adentrarse en la propia conciencia y reconocer todo el daño inferido y que, sistemáticamente, se hace a Bolivia empezando por incumplir el Tratado de 1904; se boicotean las importaciones y exportaciones que se hace por puertos de Arica e Iquique; se lastima y ofende a los transportistas bolivianos; se elevan impuestos y se comete todo tipo de abusos hasta el extremo de obligar a que choferes del transporte pesado boliviano barran las calles; se cobra impuestos a los importadores y exportadores; se continúa con las minas explosivas en la frontera que implican grave peligro y pese a expresar “conductas de respeto y consideración” por nuestro país, parece que las políticas desarrolladas contra Bolivia tienen el propósito de mostrar total animadversión.

No hay consideración del gobierno chileno por Bolivia y todo parece ser debido al surgimiento de complejos por la culpa que sienten por el asalto y la apropiación por la fuerza de territorio y costas marítimas causados a Bolivia. ¿Cuánto se ha sufrido por las políticas injustas practicadas por Chile? ¿Cuánto perjuicio hemos sufrido? ¿Cuánta mentira hubo en las manifestaciones de amistad que nos hicieron? ¿Cuántas veces se violó el Tratado de 1904? ¿Cuánto daño económico hemos sufrido por las políticas injustas de Chile mediante boicot a importaciones y exportaciones? ¿Cuánto daño se nos hizo con la no solución de problemas pendientes y que, insertos en un posible acuerdo de 13 puntos, no se pudo cumplir por la renuencia chilena?

Ahora, al margen de nuestro problema que será considerado y resuelto por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, está el caso de los manantiales del Silala que Chile utiliza en su beneficio desde el año 1908. Nos vemos frente a la urgencia de estudiar y aplicar estrategias en defensa de nuestros derechos sobre las aguas del Silala y, si el caso está encomendado a quienes defienden nuestros derechos en la CIJ de La Haya, lo correcto es que la misma comisión se haga cargo del caso Silala y, además, con inclusión, casi forzosa, del Vocero Oficial de la causa marítima, Lic. Carlos Mesa Gisbert, ex–Presidente de la República porque él es el profesional apropiado para la defensa de nuestros derechos. El Vocero Carlos Mesa, por su condición de historiador, periodista, e intelectual de grandes dotes -al margen de diferencias que haya con las políticas del gobierno-, el caso marítimo y del río Lauca y manantiales del Silala debe ser misión que cumpla conjuntamente la Comisión Jurídica.

Lo ocurrido hasta ahora debido a las políticas del gobierno de Chile que son totalmente contrarias a Bolivia, corresponde ver con claridad si debemos seguir utilizando puertos chilenos y no tener en cuenta lo que se nos ha ofrecido y estaría a disposición nuestra: puerto de Ilo en el Perú; la vía Paraná-Paraguay, las ofertas de Argentina, Uruguay y Brasil para utilizar sus puertos. El puerto de Ilo, con una carretera más larga que la que conduce a Arica, es lo más apropiado y práctico de utilizar y todo estaría supeditado a convenir con el Perú y construir la infraestructura necesaria para labores de importación y exportación. No podemos ni debemos continuar bajo la dependencia de Chile sufriendo todo tipo de contrariedades, injusticias y malos tratos por el hecho de utilizar puertos que significan vulneración a nuestra dignidad y derechos humanos aun sabiendo que, de todos modos, tanto el Lauca como los manantiales del Silala seguirán dando vida a parte del territorio chileno y, como compensación, seguir en situación de soportar todo tipo de humillaciones e injusticias al margen de que se vulnera permanentemente el Tratado de 1904. No podemos ni debemos seguir encadenados a las políticas arbitrarias del gobierno de Chile que, por contar con un ejército muy bien armado, al que agregó en estos días la compra de misiles con la pretensión de tenernos amedrentados o temerosos de acciones armadas por parte del ejército chileno.

Por dignidad y principio de respeto a nuestra soberanía, corresponden políticas de unidad y conjunción de voluntades de todos los bolivianos porque es inútil esperar conductas o acciones civilizadas por parte de Chile.