De trascendental significación fueron las hermosas fiestas conmemorativas del Centenario del primer grito libertario americano del 16 de Julio de 1809.
Entre todas las celebraciones que se llevaron a cabo durante todo el “glorioso mes de julio” de 1909, una de las más grandes fiestas fue el tradicional gran baile organizado por la famosa “Sociedad Filarmónica Paceña” conformada por un grupo de jóvenes brillantes, intelectuales y artistas de nuestra ciudad.
Desde las primeras horas de la noche se podía ver el recinto del antiguo Club de La Paz, situado en esa época en el lugar donde actualmente está la Cancillería en la plaza Murillo, profusamente iluminado y decorado.
Ya muy temprano la Comisión del Ornato de ese año, integrada por los señores David Ascarrunz, Belisario Vidal y Manuel García Pacheco, dio prueba de su actividad y sentimiento artístico.
Hacia las nueve de la noche, todas las calles de la ciudad se veían atestadas de “carruajes” yendo y viniendo de los barrios residenciales de aquella época en dirección al Club de La Paz.
La “Comisión de Recepción” había designado ese año a los señores Víctor Ballivián, Belisario Sáenz, Manuel Pacheco, Carlos Ballivián, José Vidal, Carlos Pinedo, Francisco Arce, Benedicto Goitia y Calos Alberto Núñez del Prado.
De entrada la fiesta prometía magnifica solemnidad y alegría.
A las diez de la noche se inauguró la “Tertulia” con la “Primera Cuadrilla”, bailada con designación previa de parejas. A la cabecera estaba siempre el Presidente de la República acompañado de la Primera Dama de la Nación. Luego el Prefecto del Departamento y señora, el Presidente de la Sociedad Filarmónica Paceña, Adolfo Ballivián y señora y demás parejas, entre ellos Federico Granier, Serapio Reyes Ortiz, Manuel Vea Murguía, Ventura Farfán, Bautista Saavedra y Heriberto Gutiérrez.
La orquesta en la oportunidad fue dirigida por Salomón Porcel, la misma que interpretó durante toda la noche entusiastas cuadrillas, valses paceños de mucha moda entonces, como “Brisas del Illimani” y “Crisantemos”, piezas muy en boga y que por ser “paceñas” les dieron el apelativo de “Valses de Chokata”.
Circulaban por todo el salón sendas charolas de copas de champagne, al mismo tiempo decorados “hors d’ouevres” preparados por la estilista francesa “Madame Lilieutant”.
Difícil, sino imposible, sería hacer la pintura exacta del hermoso y arrogante aspecto de aquella inolvidable noche, digna celebración de tan glorioso día en que festejamos nuestra independencia del yugo español; parecía como si todos los corazones paceños se unieran para entonar el himno a la libertad en el altar de la Patria boliviana erigido en 1809 y consagrado en 1825.
Según el periódico “El comercio” de La Paz:
“Las encantadoras hijas del Illimani se presentaron hermosas como nunca, a gozar de esa noche feliz en que parecían un enjambre de mariposas que cernían sus alas al compás armonioso de la música. El bello sexo paceño escogió, por así decirlo, a sus más bellas representantes para enviarlas a ese baile. Allí estaban presentes las señoritas Sánchez Bustamante, Salmón, Carrasco Sánchez, Careaga Zalles, García Iturralde, Valle Ballivián, Reyes Ortiz, Diez de Medina, Méndez Ibargüen, Lorini Carrasco, Sáenz García, Velasco Sánchez, San Martin, Costas, Villamil, Vidaurre y otras más”.
Crónicas Sociales de la época señalan la presencia de las jóvenes hijas de las familias: Forgues, Ackerman, Machicado, Aramayo, Sáenz, Bustamante, Gallardo, Crespo, Careaga, Tapia, Peró, Catacora y García. Las hermanas Santa Cruz igualmente son mencionadas; Méndez, Sainz, Castillo, Tellería, Vea Murguía, Eduardo, Richter, Tamayo, Mendoza, Belzu, Belmonte, Pérez Velasco, Cusikanqui, Balanza, Salmón, Goitia, Meave, Sagárnaga, Riveros, Carrasco, Saavedra, Asturizaga, Núñez del Prado, Tellería, Flores, Céspedes y Bedregal. Por ultimo señalan entre las más elegantes de la noche a las jóvenes Valdivia, Zuazo, Velasco, Palacios, Zalles, Santa Cruz, Villamil, Requena, De La Riva, Cisneros y Farfán.
Basta repasar los periódicos de aquellos tiempos como “El Comercio”, “El Titicaca”, “La Democracia” y “El Imparcial” para darse cuenta de la magnificencia de esa inolvidable jornada.
Al día siguiente a las 2 p.m. comenzó la compostura digna de la cultura del pueblo paceño de aquel entonces.
Era la “elite” paceña saludando el gran día, en un desfile donde estuvieron las sociedades artesanales “Los Obreros de la Cruz”, “Los Obreros del Porvenir”, “Unión Obrera”. sociedades católicas de caballeros como la de San Vicente de Paul y la de San José, quienes desfilaron elegantemente ataviados, ante el aplauso de la ciudadanía.
El “Carro Triunfal” con el busto de Murillo era conducido por cuatro caballos albos encabezados por penachos blancos,
en medio de una lluvia de flores y mixtura.
Posteriormente un grupo de ciudadanos distinguidos e ilustrados, a la cabeza de Benedicto Goitia, Luis Sainz, Heriberto Gutiérrez, Fermín Cusikanqui, Manuel Vea Murguía, Marcial Pinilla, Manuel Vicente Ballivián y otros improvisaron una segunda procesión tan ardientemente patriótica y pletórica de entusiasmo, de la cual dicen que en las dos primeras cuadras que recorrió arrastró un inmenso gentío, el cual enardecido entonaba el himno paceño, mostrando la euforia de un pueblo altivo que ama las glorias de su Patria y venera la memoria de sus héroes y mártires.
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