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La Paz, capital de los altares

Alberto Zuazo Nathes


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La Paz es una capital singular en el mundo, este privilegio se debe a su topografía, principalmente. Sus cerros no son simple y llanamente esto, con los farallones que la rodean, como resultado de los efectos geológicos que tuvo, por haber sido una cuenca lacustre, bien puede expresarse que es una capital de los altares.

En las iglesias la mayor característica que tienen son los altares para destacar las imágenes religiosas, de manera que desde cualquier lugar se las puede contemplar, sin necesidad de levantar la vista.

En cambio, en La Paz hay necesidad de hacerlo, porque los farallones están a mayor altura, por lo que podría decirse que es la capital de los altares, sin incurrir en demasía ni equivoco. El mayor impacto de magnificencia de las alturas se tiene cuando se visita el Valle de la Luna, que está situado al sur de la ciudad, a 10 minutos de transporte vehicular.

Allí los farallones adquieren un esplendor sin parangón. El primer astronauta de Estados Unidos que pisó la Luna, Neil Armstrong, llegó poco después La Paz y visitó los farallones del sur de la ciudad. Al ver en el lugar el impresionante espectáculo que tuvo al frente, su primera reacción fue decir: “Este es el Valle de la Luna, porque algo similar existe en la Luna”.

De manera que la nominación del Valle de la Luna de La Paz se la tiene como una reproducción exacta del panorama del magno satélite luminoso del astro solar, lo que le confiere una calidad astronómica. Tanto por las distintas alturas que tienen los farallones, como por sus perfiles, que se asemejan a verdaderas obras de arte, hazaña sólo atribuible a los prodigios de la naturaleza.

Estas formaciones, sin embargo, no han sido resultado de una superficie cualquiera. Adquirieron esa característica artística al ser producto del interior de un lago. En cierto modo, sólo las aguas pueden diseñar perfiles de tal índole, porque no son uniformes ni en sus alturas ni en sus rasgos laterales.

De ahí que los habitantes de La Paz pueden sentirse orgullosos y privilegiados de sentirse como acunados, si acaso no arrullados, por una topografía única, por los dones artísticos que tiene, que en el mejor sentido de la percepción, equivale a formar parte de un grandioso e impresionante espectáculo natural en el planeta Tierra.

Entre los seres humanos, a la Luna se le ha dado una concepción romántica, debido a que aparece en horas nocturnas, justamente cuando los enamorados y las parejas exteriorizan con mayor soltura y placer sus sentires y sus pasiones.

La coronación de tanta belleza es el nevado Illimani, que a la vez de tener una formación espectacular, es frecuente que se diga que es el Guardián de La Paz. De modo que los farallones tienen y conviven con un contraste que les completa una imagen total de postal.

Es también digno de puntualizarse que los cerros de colores del sur de la ciudad amplían y adicionan más encanto al paisaje paceño. Apreciar estos valores naturales profundiza la sensibilidad humana, con lo que deberían enriquecerse sus pobladores.

 
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