En el artículo publicado en EL DIARIO (09/07/2016) con el título “En la región del Quetena no existe un río”, también se indica que después de los descubrimientos de los yacimientos de salitre y cobre, Chile consideró que eran parte de su territorio y dio concesiones a empresas inglesas y americanas para la explotación e industrialización de los yacimientos de cobre, quienes lo convierten en un país con poder económico y bélico, lo que le permitió apoderarse del Litoral boliviano con la Guerra del Pacífico.
En la problemática de las aguas derivadas a Chile desde los bofedales del Quetena, debemos recordar la historia del ferrocarril (1884-1904), basándonos en la documentación que contiene la segunda edición del libro El Mito del Silala (autor, Antonio Bazoberry Q).
En 1868 el Gobierno de Bolivia otorgó permiso para explotar en el Litoral el salitre y bórax a la compañía explotadora del desierto de Atacama. Esta concesión pasó a depender de la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta. El 27 de noviembre de 1873, el Gobierno de Chile en forma ilegal autorizó a esta compañía construir el ferrocarril desde el puerto de Antofagasta hasta las Salinas, que era uno de los más ricos yacimientos de salitre. En 1884, cuando Chile se había posicionado del Litoral, autorizó a la compañía de salitres y Ferrocarril de Antofagasta prolongar la línea desde Antofagasta hasta la frontera con Bolivia. El tendido de la línea concluyó en 1886, bajo la dirección del ingeniero neozelandés Josiah Harding.
El 3 de marzo de 1887, la compañía minera Huanchaca de Bolivia adquirió en propiedad todos los derechos de la compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta y en 1888, siendo presidente de Bolivia Aniceto Arce autorizó prolongar la línea desde la frontera de Ollague hasta las minas de Pulacayo. En 1889 la compañía Huanchaca formó en Londres, con capitales ingleses, la empresa ferroviaria “The Antofagasta and Bolivia Railway”, posteriormente conocida como Ferrocarril Antofagasta Bolivia, a la cual transfirió todos sus derechos de línea y agua en 1904.
En el libro escrito por Harold Blackmore se corrobora que en 1904 la empresa inglesa conocida como Ferrocarril Antofagasta Bolivia se hizo cargo en forma definitiva de la línea férrea y de las concesiones de agua otorgadas por el Gobierno chileno sobre el río Loa y el río San Pedro.
El 6 de octubre de 1964 el FCAB fue nacionalizado por el Gobierno de Bolivia, revocando la concesión que le otorgaba a esa empresa el permiso de construcción de canales y el aprovechamiento de agua para el llenado de los calderos de las locomotoras a vapor en Antofagasta.
La aplicación, como se denomina a la demanda que Chile presentó el 6 de junio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), reconoce que el Silala nace en territorio boliviano y que la empresa FCAB solicitó permiso para el uso de las aguas y realizar obras de canalización.
Chile demandó a Bolivia ante la CIJ para que se reconozca su derecho de uso de las aguas disputadas, por considerar que son parte de un río internacional y no de manantiales, como sostiene el demandado. El presidente Evo Morales anunció que presentará una “contrademanda” ante ese tribunal internacional por el supuesto robo y uso ilegal de las aguas del Silala.
Esto demuestra fehacientemente que Chile no puede reclamar técnica y jurídicamente la propiedad de un río en los bofedales del Quetena. Además, por declaraciones de prensa y falta de asistencia técnica (año 2016) el canciller chileno Heraldo Muñoz volvió a insinuar que el canal en los bofedales del Quetena es un río, tratando de engañar. La diferencia entre un canal artificial y un río es que éste no existe si no hay una cuenca hidrográfica.
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