El Vicepresidente del Estado Plurinacional hace unos días, en una de sus cotidianas conferencias de prensa, seguramente en un arrebato de “exitismo” político, afirmó con contundencia que el año 2027 Bolivia estará igual o mejor que Chile, aconsejando a los asistentes a tomar nota escrita de su prognosis. No cabe duda que como muchos bolivianos de ahora y antes, hemos deseado que nuestra Patria encuentre el camino de su redención y ponga a sus hijos en los más altos niveles de desarrollo y progreso, unos con la sinceridad de los que aman a su Patria y otros con las posturas demagógicas circunstanciales.
Para que el pronunciamiento vicepresidencial se haga realidad (como lo deseamos sinceramente), sería necesario que quienes hoy nos gobiernan, hagan una profunda reflexión sobre la situación del país y su futuro, pues ahora ellos están en condiciones de formular y ejecutar políticas que apunten al bienestar general y para ello nada mejor que basarse en la “realidad nacional”, lejos de las posturas del populismo demagógico y el discurso fácil.
Debemos comenzar por analizar los resultados de algunas instituciones que dedican sus esfuerzos a la elaboración de estadísticas, sobre la situación económica y social del país, como Milenio, Jubileo y alguna otra, pues el emitir desde las oficinas públicas dedicadas a estos estudios, datos manipulados y en consecuencia falsos, llevan a sus promotores a creer mentiras y obrar en consecuencia, creyendo que somos el país ejemplo en crecimiento y desarrollo de la región, cuando en verdad seguimos siendo un país atrasado y pobre, en términos generales, y si bien hemos bajado algunos índices de pobreza extrema, corremos el riesgo de retornar a esa situación, si seguimos con el derroche festinatorio de los recursos públicos. (En nuestra nota de la semana pasada aconsejamos una política de austeridad fiscal urgente).
Otra de las medidas que debemos encarar con urgencia, es la de educar al pueblo, pues un pueblo ineducado, difícilmente ha de superar su cuadro de pobreza y atraso, pues no olvidemos que estamos viviendo la “era del conocimiento”, y la riqueza de las naciones ya no depende de los recursos naturales de su territorio, sino del nivel de conocimiento de sus habitantes. Depender como históricamente estamos de los recursos naturales no renovables (metales, minerales e hidrocarburos), nos llevan a depender de los precios internacionales de estos “comodities”, que en este tiempo, luego un período de elevados precios, se han venido abajo, sin que hubiéramos, como país, aprovechado ese buen tiempo y volcado esos recursos al conocimiento científico y humano, y en consecuencia sus buenos resultados. No olvidemos que el conocimiento es poder.
También es necesario que las instituciones del Estado, y el Estado mismo como institución de instituciones, cumplan a cabalidad el rol y funciones institucionales que les señala la Constitución y las leyes, pues la fortaleza de las instituciones públicas y privadas hace la fortaleza del Estado y en consecuencia el bienestar de su población. En este tiempo del régimen del cambio, se ha demolido la institucionalidad en el país, que aunque débil, se había construido esforzadamente en el pasado histórico, a título de una revolución inexistente, pues cuando se efectúan encuestas de opinión pública sobre las principales instituciones en el país, las instituciones públicas como las del poder político, la justicia y la policía, carecen de valoración y credibilidad.
Para superar el atraso y pobreza, tenemos que administrar los recursos públicos, con absoluta transparencia, entregando esa administración a los mejores hijos de la Patria, formados profesionalmente y dotados de amor a la Patria. Además, debemos superar la corrupción en todas sus formas, el engaño y la mentira política, las imposturas populistas y la ausencia de conocimientos que resultan en deficiente gestión de los negocios públicos.
Para llegar a los niveles de desarrollo que el año 2027 nos iguale o mejore al vecino chileno, deberemos tener un buen gobierno, encabezado por bolivianos patriotas, capaces y honrados.
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