A La Paz, no obstante sufrir atropellos, discriminación y con su economía estancada, se le rendirá justo homenaje de admiración y respeto. Su pueblo, orgulloso heredero de la rebeldía de sus próceres, celebra el 207 aniversario del levantamiento en armas con don Pedro Domingo Murillo a la cabeza, que representa la universalidad del sentimiento libertario. Su encendido verbo revolucionario presente en la famosa proclama de la Junta Tuitiva, es una expresión de fe en el futuro de dignidad y justicia para el Alto Perú y todos los pueblos libres del continente. La estatura moral y patriótica de Murillo y los protomártires que compartieron su lucha y sacrificio se agiganta en la Bolivia de hoy. Un pueblo empeñado en vencer la adversidad para vivir en democracia, con justicia social, sin injerencia extranjera, tiene en el símbolo murillano de la libertad un derrotero para seguir en el futuro el camino de la dignidad y orgullo nacional, inseparable de la liberación de nuestro país a través de un desarrollo favorable a las mayorías y con la defensa del manantial Silala.
La mística libertaria del jefe de la revolución sigue vigente en el alma del pueblo de Murillo, sin importar las derrotas obtenidas a lo largo del tiempo. Por densa que parezca la confusión que bajo el peso de circunstancias especiales rodea al momento actual, nuestra Bolivia católica, cristiana, seguirá activa y de pie. Nadie la doblegará, ya que la vocación de justicia y de verdadera independencia de nuestro pueblo, es superior al sentimiento errático circunstancial. La Paz que no tiene mucho que celebrar, sobrevivirá pese a los malagradecidos y enemigos que tiene. Tengamos fe en que con la pujanza característica del paceño -chukuta pico verde- esta tierra, integradora de la nacionalidad boliviana, alcanzará el futuro de grandeza que por justicia le corresponde.
La gesta libertaria de julio marca un hecho de profunda conciencia histórica trascendental, ya que América se iluminó con la tea que Murillo encendiera en las majestuosas cumbres de los Andes, extendiéndose sus luces más allá del Río de La Plata y muy cerca de los corazones latinoamericanos que son el ejemplo viril de lucha y emancipación que consiguieron sentar soberanía.
La Paz convertida en el núcleo de la nacionalidad es vigilante infatigable de la unidad boliviana, aquí viven y trabajan unidos en torno a un mismo ideal de Dios, Patria, progreso y liberación nacional, sin regionalismos ni egoísmos. Benianos, pandinos, cruceños, cochabambinos, tarijeños, chuquisaqueños, orureños y potosinos firmes de pie saludan con un ¡Viva La Paz!
El 16 de Julio es la fecha cívica por excelencia, es el recuerdo permanente de los héroes que nos dieron Patria y libertad e hicieron de esta tierra una avanzada de la nacionalidad y un puntal del país que anhela progreso. Con orgullo vivimos y trabajamos en esta latitud al pie del majestuoso Illimani, centinela eterno. ¡Gracias, La Paz! Los que te respetan y te quieren miran tu cielo azul con fe y esperanzas, educando a sus hijos para que mañana aporten a tu engrandecimiento. ¡La Paz, bendita seas! A todos aquellos heroicos hombres y mujeres que lucharon y ofrendaron sus vidas por legarnos libertad, ¡honor y gloria! Tienen la honra de haber contribuido con sacrificio, tenacidad y fuerza de voluntad a la unidad de Oriente y Occidente. La Paz no solo se define por ser sede de los poderes del Estado, sino fundamentalmente por el trabajo tesonero de sus hijos en esta tierra de varones libres. En esta magna fecha congratulamos al noble pueblo paceño, porque encierra ese espíritu de bolivianidad que se confunde con el abrazo fraterno de los nueve departamentos que constituyen nuestra amada Bolivia, digna de mejor suerte.
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