La noticia de perfil
Como mi corresponsal acreditada en el Palacio Real de la plaza Murillo suele darse muchas ínfulas por entrar y salir cuando quiere, recorrer las oficinas y pasillos cual si fuera otro de los propietarios del “kestty palacio” o Palacio Quemado, le pregunté sin anestesia cuánto pagaba de alquiler su jefecito Evo Morales por diez años de ocupar esas dependencias.
La cholita sabelotodo se puso a tartamudear y no pudo darme una respuesta coherente.
Mi pregunta le sentó tan mal que me obligó a acercarme cariñosamente a la cholita valluna y darle un casto beso en la oreja y proceder a explicarle que el Palacio donde trabaja Evo y que tiene un apartamento amueblado, donde él podría residir, no es de propiedad particular del gobernante sino de la ciudad de La Paz, que es “sede de Gobierno”, como antes lo fue Sucre, o Tarata en tiempos de Melgarejo.
Es partiendo de ese principio que yo deduzco que hay una ciudad que presta una residencia conveniente, dotada de comodidades, oficinas, baños de diferente categoría, balcones a la plaza principal, una Catedral al lado por si alguna vez quisiera rezar el gobernante o sus ministros pecadores. El inquilino principal debería pagar alquileres, como cualquier inquilino en el mundo.
Además nuestra noble ciudad de La Paz le ofrece al gobernante de turno un conjunto de hermosas residencias en los barrios más exclusivos para que allí puedan vivir distinguidos diplomáticos de todo el mundo.
Todo ese conjunto de servicios le presta la ciudad de La Paz al gobernante de turno, en el caso actual al presidente Evo, quien se ha hecho el “quedadizo” desde hace más de diez años. Y no sólo no paga alquileres, lo grave es que se trata de un inquilino conflictivo porque por su culpa, o sus discutidos actos de gobierno, miles y miles de bolivianos perjudicados vienen diariamente a nuestra hermosa ciudad de La Paz para ocupar sus calles y para no permitirnos a los paceños circular libremente por nuestras calles y avenidas.
Toda mi larga relación de perjuicios que nos acarrea a los paceños este mal inquilino convencieron a la cholita cochabambina sobre el sufrimiento de los paceños por ser sede de gobierno, mientras los nobles “picos verdes” aún pensamos en levantar un día nuestra voz, pidiendo que cancelen alquiler los gobernantes de turno.
La chochalita Macacha me dio la razón y me dijo que hablaría con el jefe de los inquilinos, un orureño nacido en Orinoca.
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