Después que en varias oportunidades hubo oposición y rechazo, por amplios sectores de la opinión pública, el Presidente del Estado de manera sorpresiva anunció la realización de un nuevo estudio para ejecutar el proyecto hidroeléctrico El Bala, situado en la cuenca del río Beni, al norte de La Paz, el mismo que es respaldado por la Federación de Empresarios Privados de La Paz.
La información originó, como no podía ser de otra manera, el malestar de sectores paceñistas y, al mismo tiempo, la satisfacción de corrientes de diverso tipo y, al mismo tiempo, en forma general, se observó que el proyecto será de altísimo costo ecológico no solamente para el departamento de La Paz sino a nivel continental y aun planetario. También se destaca que el costo casi fabuloso de la obra pasaría de los seis mil millones de dólares, que será difícil financiar o bien que sería solo una especie de regalo al pueblo paceño con motivo del aniversario de su revolución libertaria de 1809.
Cualquiera fuera el interés por realizar esa obra (calificada de faraónica por su magnitud y utilidad), existen factores de diversos alcances que la hacen inapropiada e inoportuna y que antes de su ejecución sería necesario tomar en cuenta una gran cantidad de aspectos, de tal forma de evitar caer en un error de extraordinaria gravedad, antes que beneficios como los que son producto de imaginaciones emocionales.
Entre los puntos negativos de ese proyecto se encuentra que la represa de agua anegará alrededor de tres mil kilómetros cuadrados de tierras de primera calidad, hoy cubiertos por frondosa vegetación, especies animales, poblaciones originarias y grandes riquezas mineras y agrarias. El precio de esos bienes sobrepasaría los miles de millones de dólares que están a punto de perderse y que no serían recompensados con los supuestos ingresos monetarios que podría ofrecer el proyecto hidroeléctrico.
De otro lado, no fueron cumplidas dos condiciones imprescindibles para realizar esta obra, la primera de las cuales es una consulta al pueblo paceño, propietario de ese recurso natural, y la segunda es una evaluación ecológica. Sin tales condiciones ese proyecto sería imposible de ejecutar. Empero, pese a todos esos factores, existirían personas con intereses creados, que consideran lo contrario, pese a que no conocen las características del asunto y se guían solamente por objetivos pragmáticos y un idealismo subjetivo ilimitado.
De todas maneras, el polémico asunto, traído por los cabellos, antes de ser realizado debe ser objeto de estudios previos de la más alta seriedad y probidad, no solo tomando en cuenta intereses utilitarios, sino, ante todo, del deber, como categoría fundamental de la ética, exigencia moral cuando se transforma en una auténtica forma de determinado individuo o colectividad, aplicada a cualquier situación personal o a cualquier otra concreta.
De aquí que antes de caer en la precipitación y el error, la realización del proyecto El Bala debe ser motivo de profunda meditación, tomada con cautela y sometida a la consideración popular mediante un referéndum, única forma en que tendrá luz verde para ser rechazada o aprobada.
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