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Pocos fines de semana han exhibido de manera tan explícita las diferencias de opiniones y de ideas básicas en el gobierno como este domingo que pasó. Dos personas que hasta no hace mucho tiempo podían ser consideradas como militantes “pura sangre” del que las autoridades, sus líderes y simpatizantes adoran llamar “proceso de cambio”, tocaron la puerta del presidente Evo Morales y el mandatario les respondió con un portazo.
Jerjes Justiniano, dirigente de conocida trayectoria socialista y ex embajador en Brasil despedido el año pasado en un rito sumario en el que no se le dio la palabra para defenderse, y Osvaldo “Chato” Peredo, ex comandante de la guerrilla de Teoponte (1970), habían planteado al presidente dictar una amnistía para el general Gary Prado Salmón, vencedor de la guerrilla que comandó Ernesto “Che” Guevara en 1967 y años después declarado Héroe Nacional por el Congreso.
Puede haberles consumido más tiempo preparar el planteamiento que al presidente responder en su cuenta Twitter.
Sus términos, fieles a una escuela donde lo importante parece ser solo disparar sin mirar a quién, fueron una manera inequívoca de decir un No sonoro: “Jerjes del socialismo, Chato guerrillero, y Sánchez Berzaín el zorro defienden a Gary Prado, general de dictadura, asesino del Che y separatista”. Los dos proponentes tendrían una asignación importante para cumplir: enseñar historia contemporánea con detalles. Por ejemplo, que el general ahora retirado entregó vivo a Che Guevara y que mandos superiores ordenaron su ejecución, cuando Prado estaba de vuelta en operaciones de rastrillaje de los remanentes de la guerrilla castrista que había derrotado. Ningún estudiante de historia se atrevería a sustentar la tesis del presidente. Luego, ningún masista ilustrado podría explicar por qué, salvo por “default”, el presidente involucró al ex ministro del MNR con el dúo ahora en el centro de un campo de batalla que debe parecerles desprovisto de toda brújula.
La jornada del domingo trajo el primer sacudón noticioso de la jornada con una entrevista de Mónica Salvatierra, editora del suplemento “Séptimo Día” de El Deber, con el ex comandante guerrillero y uno de los líderes gestores del MAS.
“Chato” Peredo cuestionó la presencia e influencia en el gobierno del ministro Juan Ramón Quintana y el poder que dijo que ha alcanzado el vicepresidente Álvaro García. Del primero dijo que era “contradictorio” que continuase en el gobierno y como el hombre de mayor peso en las decisiones del Estado, y del segundo que era solo un invitado que había roto las reglas de la hospitalidad y entrado hasta el dormitorio.
“Es el hombre más poderoso del país”, precisó. “Él ha convertido a nuestro proceso en padre de los pobres pero (también) en madre de los ricos porque los amamantamos. Ha progresado como nunca la banca privada y no ha progresado la salud del pueblo”. Lanzó una advertencia: Si sembramos capitalismo cosecharemos capitalismo.
Evo Morales, de acuerdo con el ex comandante de Teoponte, vive en “un laberinto existencial”, diagnóstico al menos respetable por provenir de un médico sicoterapeuta. Para algunos que leyeron la entrevista fue tarea del día trasladar ese laberinto a ideas y conceptos que suele manejar el Primer Mandatario. No hubo reacciones inmediatas del gobierno.
Horas más tarde eran divulgados los “tuits” presidenciales y quedaba la impresión de que el dúo Justiniano-Peredo había puesto en alto relieve contradicciones y fisuras en el partido a cargo del gobierno desde hace más de una década.
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