Viendo recién la atracción que debía tener el pueblo mismo del Santuario de Copacabana, hoy se cuestiona su rezago, atribuido a los diez años de pésimo manejo municipal, cuya dejadez e incapacidad no permitió llevar adelante un desarrollo humano que cubra necesidades y mejore las condiciones de vida de la comunidad, dejando que la inercia tome su curso.
El pueblo sabe que la Virgen Morena es la máxima y única atracción de propios y extraños. La gente del lugar, salvando excepciones, usa y abusa de este privilegio solo para intereses personales, sin entender las exigencias y necesidades del flujo turístico, que es el único medio que sostiene la economía del lugar. Se empecinan en el descuido, en una inopia que oscurece la idea de revertir este mal, sumiéndolos en postración y pobreza, ligados a la indiferencia y apatía de su gente, perdiendo la oportunidad de construir una imagen propia del lugar, como identidad típica y peculiar. Al contrario, perdieron la oportunidad de recuperar el tiempo perdido y superar las grandes limitaciones de su desajuste estructural.
Después de un breve recorrido por sus calles, muy dejadas, de pésima estructura, sucias, inundadas por vendedoras que empeoran el paisaje urbano, susurrando al oído, muchas personas dicen que es toda una “ascosidad”. El viaje y estadía es una odisea, por minibuses malolientes e incómodos que producen mucho stress y adrenalina, sin saber en qué momento ocurrirá un accidente; los buses algo cómodos, nauseabundos, con choferes y personal sin educación, incumplen sus horarios, no hay una terminal adecuada, tampoco permiten la competencia.
La “playa del lago” es arrebatada por el exceso y desorden de barcas de recreo, andenes, pobres vivanderas quitan el sabor y aroma de la brisa del lago, tan sucia y contaminada por aguas servidas. Hoteles de bajo perfil, paupérrimos, baños sucios, mal olientes, primitivos, sin asesoría en el manejo turístico, sin limpieza y comodidad, fuera de los hoteles de nombre.
Sería muy provechoso mejorar, no importa en apariencia, la imagen del orden, el trato y aseo, para liberar la pésima impresión que se lleva la gente de afuera. Podemos imaginar lo que se experimenta por tanta postración y atraso que ocasiona la primitiva actitud y el mal genio de las gentes, experiencias desde luego que no deben ser gratas, si bien no se espera ver un exigente desarrollo, por lo menos sí sentir el espíritu solidario y hospitalario, hoy mercantilizado.
Referente al “turismo nacional”, al igual tan rezagado en comparación con otros países, con gran márquetin se puede mejorar este rubro tan descuidado, lo cual representa un medio conducente de divisas. No se aprovecha el privilegio de nuestra diversidad geográfica, la policromía y belleza de las regiones, sus pisos ecológicos, etc. Es necesario crear programas excelentes de atracción, recreo e historia, explotar su riqueza y acervo folclórico, el privilegio de algunas regiones, como Santa Cruz paradisiaco, La Paz declarada por mérito propio como “ciudad maravilla” y otras que se destacan por su inquietud generadora de grandes motivaciones y expectativas y mucho que enseñar.
Las demás autoridades regionales y municipios no le asignan importancia, dedicadas a otras cosas que ni ayudan al decadente avance del país, se perdió su rumbo y no sabe a qué puerto llegar. Es la juventud la esperanza presente, su derecho a defender la democracia y recuperar la unidad nacional, el orgullo, dignidad de un pueblo, fuera del odio, rencor y resentimiento sembrado por el actual gobierno.
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