Carmiña A. Moscoso S.
El pasado jueves 7 del presente mes, un hecho de violencia entre Ghilmar Luque y su novia, no fue evitado por policías, porque como ya es “normal”, los ciudadanos no encuentran a los uniformados. Razón por la que intervino un samaritano, como fue conocido Kemel Aid Nemer, de 49 años y cuando la violencia se apropió de ellos, tampoco estaba la policía para evitar que se produzca lo inevitable.
Una de las mayores demandas de la sociedad es que haya presencia policial, la gente constantemente se pregunta ¿y la Policía dónde está?, porque Ghilmar agredía a su novia y después a Kemel a las 21:00, cuando se supone que los policías deberían hacer recorridos y patrullajes nocturnos. Pero nunca se los encuentra a la hora de necesitar su auxilio, su intervención para evitar la delincuencia, pese a que fueron vistos por 79 días rodeando la plaza Murillo o reprimiendo las protestas de sectores de fabriles, discapacitados, entre otros.
En la ciudad de El Alto, la institución del orden asegura contar con un número insuficiente de policías y que sólo el 50% de 1.800 efectivos debe ocuparse de la seguridad ciudadana, mientras que una cantidad mayor está destinada a la ciudad de La Paz, para encargarse de la seguridad ciudadana. Pero la población pregunta: ¿Qué hace la policía si no está cuando la población requiere seguridad, protección e incluso control de tráfico de vehículos?
La muerte de Kemel no es solo un ejemplo de que la ciudadanía no debe ser indiferente ante los hechos de violencia en contra de mujeres o niños, sino que nos demuestra que no hay presencia policial, sobre todo en la noche, pese a que el propio Comando General está ubicado a una cuadra de la plaza Abaroa, donde se produjo el mencionado hecho de violencia.
Por lo tanto no es suficiente que autoridades de Gobierno, como el viceministro de Seguridad Ciudadana, Carlos Aparicio, pidan que Kemel sea un ejemplo de samaritanismo o luego de su muerte se pida el esclarecimiento del caso, cuando estas autoridades deben responder a por qué no hay patrullajes policiales, por qué la ciudadanía no percibe políticas de seguridad ciudadana en las calles.
Como en la ciudad de La Paz, en El Alto la situación es caótica, pues según la ciudadanía los efectivos policiales solo aparecen para rescatar antisociales y evitar la quema de motorizados implicados en hechos delictivos, o en protestas sociales. Por lo general, igual que en La Paz, la pregunta es la misma ¿y la policía dónde está? Dónde estaba cuando atracaron al periodista Christian Sailer, de Unitel.
Si bien es importante dar con los implicados en el robo agravado del periodista, acelerando las investigaciones, todo ello se puede evitar si se realizaran los patrullajes nocturnos y no solo utilizar policías para reprimir protestas sociales.
El plan “Ñandereco” se aplica en El Alto, pero a las ocho horas, autoridades de la Felcc deben liberar a los retenidos, al no presentarse denuncia en contra de ellos. Por lo tanto su resultado es poco eficaz para evitar hechos delictivos.
Los organismos del Gobierno central, así como los municipales, más allá de sus diferencias ideológicas, están para responder a la demanda de la sociedad, siendo la Seguridad Ciudadana una de las mayores preocupaciones y problemáticas, porque se trata de la vida de los bolivianos, de lo único que tenemos para seguir produciendo, no queremos una sociedad de huérfanos indefensos.
Los sueldos de funcionarios policiales y bonos de la cúpula policial deberían retornar a la sociedad en acción, en tareas, en resultados de los patrullajes y políticas de Estado. El 10% del presupuesto del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) que deben invertir los municipios en Seguridad Ciudadana no es suficiente, ni que sólo sea para la entrega de vehículos, cámaras, gasolina, indumentaria, si no se los ve en las calles, si no están cuando más se los necesita.
De qué sirven el discurso, la solidaridad de las autoridades de Gobierno ante hechos criminales que llegan a segar la vida a bolivianos, si en la práctica no se vislumbra acciones, tareas y sobre todo resultados, mientras la población continúa preguntando ¿y la Policía dónde está?
La autora de esta nota es Licenciada en Comunicación.
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