Para bien o para mal, el presidente ruso, Vladímir Putin, tiene la última palabra sobre la presencia de Rusia en los Juegos de Río, sea por su influencia en el mundo, las malas relaciones con Occidente, o por la amistad que le une al presidente del COI, Thomas Bach. “La postura oficial de las autoridades rusas, el Gobierno y el Presidente, de todos nosotros radica en que en el deporte no hay y no puede haber sitio para el dopaje. El deporte debe ser limpio”, dijo Putin durante una reunión del Gobierno. Putin hizo ayer un último intento de evitar la catástrofe que supondría la exclusión del equipo olímpico ruso de Río de Janeiro, al ordenar la creación de una comisión independiente para la lucha contra el dopaje integrada por expertos rusos y extranjeros.