Según la OPS
• El principal factor que incide en la prevalencia de estas enfermedades es la presencia del vector que las transmite
Asunción, (EFE).- La pobreza y los desastres naturales agravados por el cambio climático aumentan el riesgo de contraer virus como el dengue, el zika o el chikunguña, destacó ayer en una entrevista con Efe el director de Enfermedades Transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Marcos Espinal.
Espinal participó en Asunción de la segunda y última jornada de la 17 Reunión Interamericana de Ministros de Salud y Agricultura (Rimsa 17), en la que intervinieron autoridades de 35 países de la región.
El experto destacó que el principal factor que incide en la prevalencia de estas enfermedades es la presencia del vector que las transmite, el mosquito Aedes aegypti, en todo el continente americano, a excepción de Canadá.
Sin embargo, anotó que algunas condiciones vinculadas a la pobreza, como el hacinamiento o la falta de acceso a agua potable, hacen que las personas con menores recursos estén más expuestas a padecer estas enfermedades.
Explicó que el mosquito se reproduce en aguas limpias, como las que muchas personas sin acceso a agua potable almacenan en bidones en sus casas, por lo que el combate al vector pasa por garantizar el acceso a agua potable, segura y de calidad en todas las casas.
Destacó también que los factores educativos, como la formación en el uso de repelentes, y medioambientales, como el tratamiento de las basuras, son claves para evitar la propagación de los vectores.
Otro elemento que influye en la aparición de brotes de estos virus y de otras enfermedades transmisibles como el cólera son los desastres naturales, agravados en los últimos años por las consecuencias del cambio climático.
“Todos los años tenemos huracanes en el Caribe, y también el fenómeno de El Niño, que trae inundaciones, lluvias intensas. En estas situaciones se acumula basura, se restringe el acceso al agua potable o a los alimentos, y se producen nuevos brotes de enfermedades tropicales, así como de influenza o gripe”, afirmó.
Para hacer frente a estas crisis, Espinal pidió que las autoridades sanitarias “no esperen a tener una gran epidemia”, y refuercen la inversión en la prevención de enfermedades.
Citó el ejemplo del virus del Zika, descubierto en los años 40 en una selva africana, pero que solo suscitó la preocupación de la comunidad internacional cuando salió de este continente y se comprobó su relación con malformaciones como la microcefalia o el síndrome neurológico de Guillain-Barré.
Agregó que desde el brote de este virus registrado el año pasado, 48 países del mundo reportaron casos positivos de la enfermedad, 40 de ellos en las Américas, seis en el Pacífico Occidental, y dos en África.
El experto aseguró que el aumento en la inversión puede facilitar el desarrollo de vacunas, como la que se encuentra en fase de preaprobación para el virus del dengue, o de técnicas de modificación genética que ayuden al control de los mosquitos vectores.
En América Latina, las autoridades vincularon en enero pasado el ascenso de las temperaturas con las condiciones para la propagación del mosquito “Aedes aegypti”, vector del zika, el dengue, el chikunguña y la fiebre amarilla, que crece y se reproduce en climas tropicales y áreas de estancamiento de agua.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) teme que entre tres y cuatro millones de personas resulten afectadas por el actual brote del zika en América durante 2016.
El temor a la propagación de este virus ha afectado incluso la participación de varios deportistas en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (Brasil), previstos para el próximo mes de agosto. (EFE)
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