En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te

bendigo, Vida,

porque nunca me diste ni

esperanza fallida

ni trabajos injustos, ni pena

inmerecida;

porque veo al final de mi

rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi

propio destino;

que si extraje las mieles o la

hiel de las cosas,

fue porque en ella puse hiel

o mieles sabrosas;

cuando planté rosales,

coseché siempre rosas.

. . . Cierto, a mis lozanías va a

seguir el invierno;

¡más tu no me dijiste que

mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las

noches de mis penas;

más no me prometiste tan sólo

noches buenas,

y en cambio tuve algunas

santamente serenas. . .

Amé, fui amado, el sol

acaricia mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida,

estamos en paz!

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Amado Nervo, mexicano, cultivó la lírica modernista, nació en Tepic (Nayarit) en 1870. Al principio quiso ordenarse de sacerdote, pero abandonó sus estudios de seminarista para entregarse con entera pasión a las letras. Como diplomático, viajó por Europa y América y a todos encantó con su sinceridad y su poesía diáfana.

En agosto de 1901, encontró en el camino de la vida a quien sería su musa inspiradora, se llamaba Rosa quien murió joven y hermosa.

Amado Nervo la cantó en los versos de “La amada inmóvil”. También es autor de Serenidad, Elevación, Plenitud, El arquero divino. Escribió a la vez narra-ciones cortas: El bachiller, Pascual Aguilera y otras.

Falleció en 1919, cuando ejercía el cargo de embajador de su país ante la República Oriental del Uruguay. Su cuerpo descansa en paz definitiva, en la Rotonda de las Personas Ilustres de México.