La clase obrera rompe con el anarco-populismo

Los recientes sucesos que protagonizó el sector laboral del país han puesto de actualidad la historia del movimiento obrero en Bolivia, así como las perspectivas de su futuro inmediato. Esa recordación es más necesaria a partir de la consideración de que las acciones de este sector social se encuentran concentradas hacia un desarrollo espontáneo, con pocas posibilidades de encontrar un camino que le ponga en una actitud consciente en el escenario nacional en que se desenvuelve.

En tiempos recientes la clase obrera boliviana sufrió grandes desgastes debido a equivocadas acciones ante importantes acontecimientos. En particular, debido a erróneas tareas de conducción de “profetas” venidos a menos, fue empujada a actividades antihistóricas y, en esa forma, a título de izquierda, fue llevada a realizar tareas de derecha. Finalmente, esa conducta precipitó su desmantelamiento y hasta la eliminación de su sector más activo, el minero.

Pero ahí no terminó ese calvario, sino que fue objeto de desclasamiento y cientos de obreros se convirtieron en pequeños empresarios, comerciantes, etc., pudiendo decirse que la clase obrera estaba en desaparición y fue, además, objeto de rebaja de salarios y represiones hasta su casi completa destrucción. Es más, políticamente, en tiempos recientes, lo que quedaba de la clase obrera nacional fue convertida en furgón de cola del populismo imperante y su conducción (la COB) se orientó por objetivos anarquistas de pequeños empresarios, artesanos, comerciantes, campesinos, etc. Fue puesto en práctica un programa reformista disfrazado de abstracciones con el estribillo de izquierda, socialismo y otras lindezas.

Indudablemente se trata de una tragedia, pues, además de esas penurias, en los diez últimos años nada se hizo para su salvación. Al contrario, se practicó la sentencia “todos hacen leña del árbol caído” y nada quedó de aquella antigua entidad de actos heroicos y proyección histórica nacional y democrática. Dejó de existir la “fuerza de la clase obrera” y hasta cayó en el servilismo, enceguecida por ilusiones anarco-populistas que siguieron destruyendo a la clase, al extremo de cierre de fábricas, desconocimiento del sindicalismo, rebaja de salarios, ignorancia de los beneficios sociales, represión armada… Todos esos aspectos han hecho que el importante sector de los obreros bolivianos quede debilitado, disperso, agotado e infiltrado.

En síntesis, se podría considerar que la clase obrera está descarriada de su línea de clase y utilizada por el bonapartismo oficial, aunque tratando de independizarse y luchar por sus propios intereses y alejarse de programas que constituyen su autoeliminación.

El país perdió en esa forma una poderosa arma para su desarrollo económico y político, al mismo tiempo que la clase “empresarial” también perdió la brújula, cayó rendida en brazos del populismo y dobló la cerviz, aunque, en medio de esa oscuridad, los obreros han empezado a romper los grilletes que los aprisionaban, se alejan de los poderes oficialistas, inclusive han prometido abandonar el Conalcam, formar una fuerza independiente que tenga papel protagónico en la vida nacional.

Al parecer una nueva realidad se ha abierto al país a partir de la rebelión obrera con motivo de la conclusión del poder dual COB-gobierno, sustituido por el doble poder empresarios-gobierno y que, simultáneamente, arremetió contra la clase obrera con todas sus energías políticas y materiales, nueva época que está a la espera de una definición que consolide en definitiva la nueva relación de fuerzas destinada a hacer avanzar la historia y que la clase obrera deje de ser furgón de cola de la ideología populista.