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Jerjes Justiniano y Osvaldo Peredo Leigue, sin proponérselo, ayudaron a colocar al presidente Morales en figurillas que llevará tiempo despejar. Al reclamar una amnistía para el general Gary Prado Salmón provocaron una reacción iracunda que apuntaló la idea de sus críticos de que los termómetros emocionales del mandatario tienen un punto de ebullición muy bajo. Puede especularse que las dos figuras otrora prominentes del partido de gobierno, que osaron sugerirle que amnistiara al militar y exhibiera una imagen generosa y magnánima en él poco conocida, se han abierto el camino para un ostracismo oficial mayor al que ya tienen. En su haber está el empujar una dinámica que derivó en el capítulo de la semana pasada que ordenó separar al militar del proceso en curso y permitirle restañar escaras de viejas heridas.
El llamado catapultó un descontento que yacía en la sociedad boliviana por el trato al militar, ante quien capituló Ernesto “Che” Guevara y liquidó la idea de crear en el mundo “uno, dos, tres, muchos Vietnam” (cuando Vietnam estaba muy lejos de ser la potencia exportadora de estos tiempos después de hacer las paces con el capitalismo). El llamado del dúo se diseminó en la estela de otras voces similares que empezaban a surgir.
El presidente puede haber juzgado oportuno atacar al dúo y al militar cuya amnistía postulaban y, de paso, uno diría que por costumbre, también al ex ministro de Gobierno Carlos Sánchez. El resultado fue una oportunidad dorada para enderezar el relato histórico.
Erró grueso cuando escribió que el asesino del Che Guevara fue el oficial que rindió y entregó con vida al guerrillero argentino-cubano. Ese comportamiento fue base para que, años después, el congreso lo declarara Héroe Nacional. El presidente desconoció un capítulo esencial. No se atrevería a repetir el error en alguna aula de secundaria en Cuba o Argentina. Tampoco en una escuela boliviana. Sería como decir que Juan Domingo Perón murió al caer de su caballo o que al general J.J. Torres lo mató una gripe invernal.
En TV (No Mentirás, Ximena Antelo), el militar convaleciente preguntó al presidente si Boinas Verdes Estados Unidos invadieran Bolivia y los soldados bolivianos los derrotaran ¿no los condecoraría? La respuesta está pendiente.
En otra larga entrevista (Mónica Salvatierra, Séptimo Día, El Deber), Osvaldo Peredo apuntó artillería pesada contra Ramón Quintana (“puede convertirse en un incordio en el gabinete”) y el vicepresidente Álvaro García (profesa un indigenismo académico).
Ha sido como cuando se lanza una piedra sobre el amanecer del Titicaca y su oleaje comienza una dinámica imprevisible.
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