Cristian Gonzales
Sería necesario realizar un trabajo extenso para determinar cuáles son los problemas en el momento de conceptualizar términos por parte de la sociedad boliviana en su conjunto, sobre todo cuando nos referimos a la vida pública y en particular a la política. La confusión impera en el momento de comprender cómo funcionan las dinámicas sociales elementales, lo que deja a la deriva los términos complejos y las ideas que rodean a la política moderna.
Una de las dinámicas que más problemas causa es la relación entre sociedad y socialismo, ya que para muchos de nuestros ciudadanos ambos son sinónimos, lo que nos lleva a tener una visión radical de todo lo referido a lo social, ya que hemos fundido dos conceptos que son esencialmente distintos. El primero se refiere al conjunto de dinámicas llevadas a cabo entre un grupo de habitantes que conviven en un mismo territorio, mientras que la otra es solo una forma de comprender cómo debería desarrollarse la convivencia entre habitantes. Es decir que no es más que una ideología en un océano de posibilidades dogmáticas que existen en el momento de comprender los fenómenos sociales.
Es tan grande este problema que incluso los académicos, quienes aparentemente deberían tener mayor claridad al respecto de estos dos conceptos, caen en confundir ambas e incluso llegan a teorizar sobre él, porque ambas son una misma idea, lo que lleva a una especie de “confusión ilustrada”, ya que se la ha rodeado de un lenguaje especializado tan complejo, que resulta muy complicado separarlas sin ser atacado por aquellos defensores de las diferentes tendencias y vertientes que existen del socialismo.
Por su lado el socialismo ha conseguido fundirse con la idea de sociedad, lo que le garantiza una existencia constante en el tiempo, a diferencia del resto de vertientes dogmáticas que existen en el mundo, ya que la sociedad existirá siempre que exista la raza humana, lo que por consecuencia genera que siempre este presente el fantasma del socialismo en el momento en que alguien empieza a pensar en la sociedad y sus proyecciones.
Es necesario romper con este mito, de esta manera podremos comprender que las relaciones sociales son más grandes y ricas de lo que una simple ideología nos pueda plantear. La realidad siempre supera a los lentes impregnados de idealismos gastados, ya que ninguna forma dogmática de comprender la realidad, por grande u omnipotente que aparente ser, es capaz de reflejar la totalidad de lo que acontece más allá de sus límites doctrinarios.
Sociedad y socialismo no son un conjunto, es más, ambos se encuentran en diferentes niveles cognitivos en lo que respecta a las interacciones sociales. La sociedad representa la realidad en la que nos toca vivir y cómo funciona la misma, mientras que el socialismo solo es una forma de comprender la realidad guiada por ideales o por un “lente filosófico” que distorsiona la misma, haciendo de ella un simple discurso para manipular el pensamiento de las personas.
Muchas veces he escuchado la frase “soy socialista a pesar de mi condición social”, misma que evoca una aparente carga de virtudes en el simple hecho de afirmar que uno es socialista. Considero que ella encierra la raíz de la confusión entre ambos términos, ya que se ha creado la ilusión de que para ser alguien interesado en la sociedad es necesario ser socialista, aunque con una simple revisión de la historia podemos evidenciar que aquellos triunfos aparentemente socialistas que el socialismo se ha atribuido son producto del pensamiento liberal, lo que fácilmente nos permite liberarnos del yugo del pensamiento doctrinario y nos revela una realidad más grande que la diminuta disputa entre derecha e izquierda nos puede mostrar.
Para comprender la realidad es necesario despojarnos de los “lentes filosóficos” o dicho propiamente, de las “vendas ideológicas”, que nos impiden divisar la riqueza del mundo, de esta manera podremos trabajar en pro de la sociedad y proyectarla hacia un futuro mejor.
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