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Demócratas y republicanos acabaron de exponer sus cartas esta semana para dar inicio a la que promete ser una de las campañas presidenciales más aguerridas de los Estados Unidos. Hillary Clinton y Donald Trump, abanderados oficiales de sus partidos respectivos, no perdieron tiempo en lanzarse a la arena como gladiadores que disputarán el mayor trofeo político del planeta.
La importancia de América Latina para Estados Unidos quedó desdibujada desde que al candidato republicano se le ocurrió insultar a los mexicanos y proponerse levantar una gran muralla para impedir el paso de inmigrantes. El milmillonario Trump cerró su campaña dejando en sus electores la visión de un Estados Unidos declinante y con la promesa de afirmar la hegemonía estadounidense disminuida en un mundo cada vez más multipolar. Su proclama a favor de “la ley y el orden” fue plato servido para el discurso que la senadora por Nueva York ofreció a miles de demócratas ante quienes la noche del jueves aceptó su proclamación. De allí extrajo muchos argumentos para disminuir a su rival.
Con el desafío de ser la primera mujer tras 44 presidentes varones, la senadora se ha colocado a un pie de la Casa Blanca con sus propios méritos. En el tramo final de su carrera suprema recibió ataques redoblados del candidato republicano, que la responsabiliza por fracasos que permitieron el surgimiento del Estado Islámico que ha sembrado el terror en Europa y el Medio Oriente y extendido sus ataques a tierra estadounidense. La legisladora ha conseguido contornar los ataques, pero es indudable que continuarán por toda la campaña.
Una novedad de las dos convenciones ha sido la fuerza de la presencia familiar en apoyo a ambos candidatos. Para Trump, casi acaba en descalabro la presencia de su esposa Melania, la tercera. De 46 años, 24 menor que su marido, la todavía espectacular belleza eslovaca y estadounidense pronunció un discurso calificado como brillante. Pero solo por poco tiempo, pues no pasaron muchas horas antes de que el New York Times y otros medios informativos lo compararan con el que ocho años antes había pronunciado la esposa de Barack Obama, Michelle Obama. El de la rubia eslovena era demasiado parecido al de la actual Primera Dama como para no hablar de plagio.
Hillary Clinton podría ser electa por el apoyo que recibió en discursos sesudos y bien articulados de los esposos Obama. Para el presidente, fue la oportunidad de defender a su gobierno y sus logros (al menos 20 millones incorporados al seguro de salud denominado Obamacare), con un crecimiento económico sostenido tras la crisis en la que el país estaba en 2008 cuando asumió el gobierno.
Presentada por su hija, Chelsea Victoria Clinton, la senadora pudo exhibir una porción viva del “sueño americano”, cuyos abuelos partieron de una vida de pobreza para, grano a grano, ofrecer a sus hijos y éstos a sus nietos, un futuro mejor en cada paso generacional.
La elección será el 8 de noviembre. En cada nueva justa electoral, es común escuchar en todo el mundo que la de Estados Unidos es tan importante que no solo deberían votar los estadounidenses. La expresión proyecta el poder de la primera potencia del planeta, cuyas decisiones internas suelen extenderse más allá de sus fronteras.
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