Huelgas y extremos que no encuentran solución

En los últimos años, la presencia de problemas sociales se acrecentó gravemente por el hecho de que sectores laborales que no encuentran solución a sus demandas, se ven obligados a declarar huelgas, manifestaciones, protestas y hasta bloqueos al libre tránsito de peatones y automotores. La Paz, sede del gobierno, es la mayor víctima de quienes protestan y llegan a extremos perjudicando gravemente a una población que se ve cansada porque, prácticamente, no hay día en que no se tenga que lamentar protestas de toda clase.

Lo más grave de estas situaciones es que los manifestantes, al no ser atendidos en sus demandas, recurren al bloqueo de calles, avenidas y caminos causando graves daños al país: destruyen todo lo pavimentado a asfaltado utilizando enormes piedras; sacan adoquines y los empedrados quedan con simple tierra que, si llueve, se convierte en lodazal; recurren los extremistas incrustados al estallido de petardos de dinamita y ello causa grave daño en el sistema auditivo de las personas especialmente niños y ancianos. Los dirigentes de sindicatos o federaciones no tienen ninguna capacidad para dialogar con las autoridades y hasta utilizando dineros de los afiliados hacen carteles y otros medios para expresar sus reclamos y, en casos, proferir insultos.

Todo lo que hacen los manifestantes atenta contra la vida y tranquilidad de la población que ve obstaculizado su traslado de un sitio a otro porque las calles por las que deben recorrer los vehículos de transporte de pasajeros se ven obligados a cumplir solamente parte del tramo fijado o deben dar largas vueltas para llegar a su destino; todo esto implica pérdidas de tiempo y dinero para los usuarios.

Lo más sensible de esta situación es que las autoridades mayormente hacen muy poco para prever este tipo de acciones y tampoco tienen argumentos para dialogar y llegar a acuerdos con quienes están en huelga o promueven extremos. Lo reprochable es que muchas autoridades no cuentan con la preparación necesaria para dialogar y conciliar criterios con los interesados que, vistas las debilidades habidas para una concordia entre partes, tienden a imponer caprichos y hasta exigencias ajenas a la realidad que vive el país.

En muchos casos, lo que menos se trata es el problema planteado por los diversos sectores y se ingresa en los campos político-partidistas porque parece que para muchos militantes del partido de gobierno lo importante es cuidar y preservar “la fuerza y continuidad partidaria” antes que la solución de problemas que resultan perjudiciales para el país. Aparte de todo ello, especialmente funcionarios del Ministerio de Trabajo, no tienen la personalidad debida para dialogar y encontrar remedios a problemas planteados o, también, recurren a salidas momentáneas dejando para después soluciones definitivas.