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Pese que actualmente existe la sensación de que Estados Unidos de Norteamérica se encuentra distante de la región, sin embargo, en el mundo globalizado lo que ocurre con ese país de todos modos tiene influencia aunque sea de modo indirecto, por lo que debemos prestarle aunque sea una mínima atención. No solo se trata de ser anti o pro imperialista, que es la forma en que se expresa el mundo político, mostrando alguna distancia o simpatía al país más poderoso del mundo, sino que hay que tener en cuenta que estamos viviendo, al mismo tiempo, significativos fenómenos sociales, políticos y tecnológicos importantes que necesariamente deben ser tomados en cuenta sea individual o colectivamente. Incluida la tercera guerra mundial, no declarada, que tiene características preocupantes puesto que el contendiente no muestra la cara y es muy peligroso, al menospreciar su propia vida y la de los demás, sean mujeres, niños o ancianos inocentes.
Es más, no solo es importante tomar en cuenta el peso específico que tiene esta nación con relación a los demás países del planeta, sino que también, por las particularidades que está adquiriendo la actual contienda electoral, deberíamos sopesar seriamente cual sería el resultado para los países de la región si sale vencedora una u otra opción.
Luego de la gestión de un Presidente de color como es el señor Barack Obama, que sin duda ya pasó a la historia junto a su esposa, con honores y realizaciones importantes que perduraran por mucho tiempo en el recuerdo colectivo, está en pugna por la Casa Blanca, por primera vez, una mujer cuyo género peleo hace menos de un siglo por su derecho al voto (1920) y un excéntrico como controvertido empresario millonario encabezando la opción contendiente.
En este caso particular se trata de Hillary Clinton (Demócrata) que tiene los títulos y la solvencia personal y profesional suficiente para ocupar un cargo de tanta responsabilidad e importancia, que debe lidiar con Donald Trump (Republicano), que es un individuo que ha dado muestras de un desenfrenado discurso que en cierto momento encandila con un “populismo” propio del mundo subdesarrollado y, en otro, asusta, por su arrogante y poco meditado mensaje, que si bien apunta a muchas verdades, no muestra la forma de solución ni los medios que se necesitan para encararlos, con el realismo y responsabilidad necesarios.
Mientras Hillary Clinton habla de puentes, Donald Trump propugna murallas, que obviamente representan mensajes diferentes que debemos tomar en cuenta, más allá de la importancia que tiene nuestra región para los estadounidenses, pese a que en el pasado los demócratas tuvieron una simpática aproximación como por ejemplo los “cuerpos de paz”, que indudablemente cumplieron una etapa de acercamiento y claro entendimiento entre “gringos” y latinos, al extremo que se formaron muchas parejas con evidentes signos de amor y convivencia humana, tal como ocurre actualmente con el mundo de inmigrantes que ya forman parte de una realidad social y política en el país del norte, con responsabilidades y funciones, como de cualquier otro ciudadano americano, además mejor reconocidos como el caso del profesor boliviano Jaime Escalante.
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