En medio de una gran expectativa uno de los escenarios con más historia se alista para recibir a los mejores atletas del mundo.
En un Brasil ahogado por la crisis económica y política, los Juegos Olímpicos de Río estarán marcados por la austeridad y no dejarán estadios espectaculares, como la Caja de Cobre de Londres, sino instalaciones desmontables y reciclables. La organización de Río 2016 admite sus limitaciones presupuestarias y presume de unos Juegos austeros financiados, en parte, por la iniciativa privada, que sacará suculentos beneficios de sus inversiones aprovechando los terrenos olímpicos para levantar exclusivas áreas residenciales.
El templo del fútbol brasileño, el Maracaná, será el estadio estrella de esta cita, después de una reforma integral para el Mundial de 2014 que sólo respetó la fachada original de 1950.
El nuevo Maracaná, con capacidad para 76.935 espectadores, es una instalación de vanguardia que cuenta incluso con mecanismos ecológicos, como el que permite captar la lluvia que cae en su cubierta de membrana de vidrio y teflón y reutilizarla para regar el césped y abastecer los baños o sus placas solares para ahorrar en la iluminación. Será el escenario de las ceremonias de inauguración y clausura y de las semifinales y finales del torneo de fútbol, que también se jugará en el Estadio Olímpico y en las ciudades de Sao Paulo, Brasilia, Belo Horizonte, Salvador y Manaos, que fueron sedes del Mundial.
Olímpico será también el vecino Maracanazinho, una de las casas de la laureada selección brasileña de voleibol, y otros cinco recintos construidos para los Juegos Panamericanos de 2007.
EFE
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