Adiós, Padre Sebastián

Sin ser católicos ni profesar religión alguna y solo creer en Dios, expresamos el sentir del pueblo alteño y tal vez de todo un país, por el sensible fallecimiento del Padre Sebastián Wilhelm Obermaier Mayer, sacerdote católico nacido el 24 de octubre de 1934 en Rosenheim, Alemania, quien creó la Fundación Cuerpo de Cristo en Bolivia.

Es que cuando se trata de destacar lo que es digno de aprecio se lo hace y cuando hay que criticar también. Un notable ejemplo de vida deja este hermoso ser humano en todos los bolivianos, pues por su inmenso amor a la ciudad alteña y a nuestra Bolivia, se convirtió en un ciudadano alteño, en un aymara y en un boliviano más y como tal fue enterrado en la parroquia que tanto amaba.

En 1978 llegó a Bolivia a la Parroquia de Villa Adela en la ciudad de El Alto, donde aprendió aymara y comenzó la edificación de más de 70 iglesias, las cuales eran fácilmente visibles desde el avión por su típica arquitectura. En 1978 también creó el Centro de Salud San Sebastián, que empezó su atención velando por niños, mujeres, ancianos, jóvenes, con servicios de salud, capacitación para acceder a un empleo digno.

El profundo sentido social de su obra estaba plasmado en cada una de sus acciones y se veía reflejado en lo que fue una verdadera lucha contra la pobreza. Para disminuir la desnutrición y apoyar el rendimiento escolar construyó en 1999 la “Casa mi Hogar”; en el año 2000 estableció la “Parroquia Juvenil Cuerpo de Cristo” para fomentar el liderazgo en la juventud.

La “Casa del Niño”, otra de sus obras, es un albergue para niños (as) maltratados y abandonados. Su hermoso y sensible corazón pensaba en todo y todos, hasta en dar los juguetes de sus campañas “Por la Sonrisa de un Niño”; brindar capacitación a jóvenes con el “Centro de Formación Técnica y Laboral” y también en la comunicación a través de “Canal 57 Virgen de Copacabana”.

Los bolivianos lo recordaremos como un verdadero seguidor de Cristo; su vida sencilla y humilde era reflejada en su mismo ser, con su vehículo simple y distinto a otros lujosos autos que transportan a quienes propagan la fe de cinco estrellas, sean quienes sean.

No tenía chef, los medios informaban que desayunaba pan con té o café, vivía austeramente. Recordaremos con gratitud y amor al sacerdote bueno, alegre, lleno de vida, levantando a los heridos y muertos en los conflictos de 2003, regalando juguetes; dando pan, abrigo y amor a niños, pobres y necesitados, mostrando en su mirada vivaz y llena de amor por su ciudad de El Alto y Bolivia, un pedacito de ese humilde y maravilloso corazón de nuestro Dios.

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