Ritualidad de agosto es ofrendar a la Pachamama con anhelo y gratitud

• De acuerdo con las tradiciones agosto es el tiempo de anhelar y desear, también es el momento de ch’allar, acto milenario de esparcir alcohol o vino al suelo en agradecimiento a la Madre Tierra por lo que se posee


LOS PUESTOS DE VENTA MUESTRAN LAS ILLAS QUE SON ENTREGADAS A LA PACHAMAMA EN EL RITUAL DE AGOSTO.

La ritualidad que caracteriza agosto, según la cosmovisión andina, es la entrega de una wajt’a, es la ofrenda con illas, elementos que representan nuestros deseos de anhelo y bienestar ofrecidos a la Pachamama o Madre Tierra, también se agradece por la existencia y permanencia de la vida en el universo. “Ella espera con ansiedad ser alimentada en este periodo”.

La aseveración corresponde a la chiflera o proveedora de elementos naturales de la medicina tradicional, Doña Natalia Mamani quien en la zona El Rosario de la ciudad de La Paz, ofrece objetos hechos de dulce con diversas formas que representan a las illas, también tiene el sullu o feto de llama, elementos que tienen una significación en el ritual y que junto a la koa, una planta aromática altiplánica, son quemados en una fogata en el ritual dedicado a la tierra.

“Este mes –agosto es el lakani paxsi o mes de la boca– se abre la tierra para recibir las ofrendas y los pedidos a la Pachamama”, dice Doña Natalia que prepara la wajt’a o “mesa” que varía de tamaño y cantidad de elementos, según el pedido del cliente. Ella considera que es el tiempo de anhelar y desear, también es el momento de ch’allar acto milenario de esparcir alcohol o vino al suelo en agradecimiento a la Madre Tierra por lo que se posee.

“Puedes pedir un automóvil, una casa o una tienda, hasta un bebé puedes desear”, asevera la chiflera de la calle Jiménez, el sitio tradicional y turístico paceño que junto a las calles Sagárnaga y Linares se convirtieron en lugares estratégicos donde es posible encontrar hierbas curativas y otros elementos destinados a la práctica de la medicina natural.

Al pedir también debemos dar –dice Doña Natalia–, por eso debemos invitar un buen plato como corresponde, entonces la wajt’a es lo que invitas a la tierra. “Durante todo el mes de agosto es oportuno invitarle, pero los principales días son el primero y el último, además de la fecha 15 del mes”, añade la comerciante de productos naturales, mientras acomoda los elementos sobre un trozo de papel de color blanco de la “mesa” que debe ser ofrecida a la Pachamama en una fogata que puede ser encendida en la casa o en una apacheta o montaña ceremonial.

APACHETA Y CEREMONIAS

Algunos investigadores consideran que las apachetas son lugares ceremoniales que fueron establecidos desde la época prehispánica, principalmente se constituyen en montañas u otros lugares destinados a la práctica de rituales antiguos vinculados a la cosmovisión andina.

En la ciudad de La Paz existen varios lugares que aún son usados por el yatiri, personaje aymara que es el conocedor del destino o curandero de las personas, para rituales o ceremonias que se realizan en determinadas épocas de cada periodo o ciclo agrícola.

La ofrenda a la Madre Tierra es un ritual ceremonial relacionado principalmente al ciclo agrícola en agradecimiento por la producción y la cosecha, pero en las últimas décadas es practicado por una parte de la ciudadanía paceña que preserva una serie de costumbres relacionadas a la cosmovisión andina de los pueblos aymaras.

Por su parte, el yatiri originario de la población de Tiwanaku, Rufino Pajsi considera en los Andes, los saberes y prácticas fueron desarrollados principalmente para cuidar la salud y mantener el equilibrio con la Pachamama. “Es así que se tiene registrado que en el siglo XIV, uno de los territorios del imperio inca recibió la denominación de Qollasuyu que puede traducirse como territorio de las medicinas o curanderos”, asevera el conocedor aymara del destino.

Dice que esta mención se origina porque en la región andina existieron personas con una gran capacidad en reconocer enfermedades y curarlas, “también hubieron comunidades íntegras en las que se tenían habilidades notables en el uso terapéutico de muchos recursos naturales plantas, hierbas medicinales y otros elementos como animales, minerales y cristales”.

Pajsi con hojas de coca que no deja de acullicar o masticar en su boca, remarca que es fundamental agradecer a la tierra para continuar con un equilibrio con el “Pacha” que es el tiempo y/o espacio, por lo que agosto está dedicado a la Madre Tierra.

SULLU DE LLAMA O VICUÑA

Doña Natalia, la chiflera, explica que la wajt’a, la ofrenda que se brinda a la Pachamama, sin importar el tamaño, debe ser entregada con “mucho cariño y desprendimiento”. Explica que puede ser quemada en el ritual a medio día o en la noche de un día de agosto.

“Dependiendo del tamaño y el precio las wajt’as pueden ser ofrecidas dentro de las casas o subiendo a una apacheta, a ellas se les incluye uno de los principales elementos como es el sullu o feto de llama que también puede ser de vicuña”, revela. Detalla que la criatura del camélido, que se obtiene antes de su nacimiento, es la portadora que lleva los deseos a la Pachamama.

También se puede usar el sullu o feto de vicuña –asevera Doña Natalia–, con el fin que los deseos, por ejemplo el de establecer un negocio, se cumplan con una mayor rapidez, ya que la vicuñita es más rápida que la llama. “Es decir depende del pedido que hagas y la clase de elementos que utilices para la ofrenda a la Madre Tierra”, relata la mujer de pollera que orgullosa muestra en su tienda de la calle Jiménez, una serie de elementos que forman parte de la ceremonia para la tierra.

Mientras que explica que también es posible utilizar en la wajt’a, la criatura de un cerdo que tampoco ha nacido. “Puedes quemar en tu mesa también el sullu de cerdo y llama, para que tu anhelo, por ejemplo establecer un negocio, pueda prosperar o crecer y de forma rápida”.

SIGNIFICADO DE LA CENIZA

Doña Natalia Mamani explicó que en la ceremonia dedicada a la Madre Tierra, existen varios significados que pueden ser observados, como la ceniza que queda después de quemar la “mesa” o wajt’a. “Al día siguiente es posible revisar si la ofrenda se quemó en su integridad por lo que es notoria una ceniza de color blanco y uniforme.

Algunas personas como los yatiris son capaces de descifrar formas entre las cenizas que quedan de la ofrenda, dice la chiflera y advierte que para que se cumpla con la entrega a la Pachamama el día del ritual no deben existir “enemistades o malos sentimientos, de lo contrario la tierra no recibe bien nuestro pago”.

“Si no sale bien nuestro ritual a la tierra, hay que volver hacerlo pero con una mayor voluntad y desprendimiento por nuestra Pachamama”, recomienda Doña Natalia que ofreció su asesoramiento y guía a la ciudadanía paceña en este mes, por lo que las personas la pueden encontrar en su tienda que lleva su nombre y que se ubica en la calle Jiménez esquina Santa Cruz.

En agosto los anhelos de bienestar y prosperidad son entregados a la Madre Tierra a la que también se agradece por la existencia y permanencia de la vida en nuestro universo.

 
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