Contaminación del lago Titicaca

Hace pocas semanas, tanto Perú como nuestro país expresaron criterios, conceptos y propósitos sobre la contaminación de las aguas del lago Titicaca; se indicó que se tomaría los recaudos necesarios e inmediatos para evitar que la contaminación continúe; pero, que se sepa, hasta ahora no se ha adoptado alguna medida con miras a evitar semejante daño.

Como ha ocurrido siempre, las orillas del lago muestran gran cantidad de desechos, basuras, excremento de animales y, lo más grave, todo lo que acarrean las alcantarillas que se conectan a viviendas de la población, hoteles y alojamientos. Todos, en su momento, dijeron que evitarían el derrame de los elementos contaminantes a las aguas; pero nadie ha cumplido y menos autoridad alguna se hizo sentir para que los buenos propósitos sean realidad.

Perú y Bolivia comparten la extensa zona del Titicaca; conocen sus autoridades el grave daño que se causa a las aguas y, con ello, al medio ambiente. Muchas veces se han reunido comisiones de ambos países para solucionar conjuntamente el grave problema y lamentablemente todo ha quedado en la expresión de buenas intenciones.

Mucho de lo que el llamado “lago sagrado” ha recibido para el envenenamiento de sus aguas, llegó a ríos como el Poopó y el mismo río Desaguadero, cuyas aguas en el curso que siguen están ennegrecidas por la cantidad de basura que arrastran; si a todo ello se agrega los desechos de animales y lo que derraman los campesinos que viven en las riberas del río y del propio lago, el problema adquiere contornos trágicos y el mayor saldo está en que el lago Poopó prácticamente ha desaparecido y su lecho muestra ya los indicios de una desertización total.

Muchas especies de animales -entre ellos peces, ranas y otros batracios- aparecen muertos en las orillas como muestra de cómo el envenenamiento de las aguas tiende a la desaparición de las mismas. En muchos sitios, especialmente en el lado boliviano, ya no hay muestra de vegetación lacustre y las aguas se muestran turbias.

Cuando ambos países -Bolivia y Perú- asumen compromisos para preservar el lago Titicaca, deben tomar en serio y con responsabilidad los acuerdos que decidan y que no deben ser simples actos de demagogia y populismo que autoridades de ambos países expresan cuando se reúnen. Esas aguas, debidamente conservadas y libres de contaminación, pueden servir en futuro no muy lejano para múltiples usos, especialmente para riego de importantes áreas del agro. Por otro lado, también las autoridades deben tomar medidas para cuidar que los ríos, cuyas aguas desembocan en el lago, no contengan desechos. Finalmente, es preciso instruir debidamente a los pobladores de las riberas con objeto de que eviten mayor contaminación del lago.