Clepsidra
Al despuntar el alba del jueves 28 de julio, una lujosa aeronave procedente de la República Dominicana aterrizó en la isla Margarita, llevando a importantes celebridades del narcotráfico que, con el mejor estilo de las juntas de padrinos de la Cosa Nostra, hábilmente descritas por Mario Puzo, se dieron cita en esa idílica isla conocida como la perla del mar caribe venezolano.
El comité de recepción estuvo presidido por el general retirado Hugo Carvajal, ex jefe de la Dirección de Inteligencia Militar y actual jefe del Cártel de los Soles, la narco-estructura que ha venido operando en el seno mismo de las FFAA venezolanas, desde donde -según el Departamento del Tesoro de los EEUU- “asistió materialmente las actividades de narcotráfico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”. Recordemos que en julio de 2014, Carvajal fue detenido por la DEA en Aruba y, estando a punto de ser deportado a los EEUU, fue extraditado a Venezuela por presión del gobierno de Holanda, que ejerce soberanía sobre esas islas de sotavento y depende del petróleo venezolano que se refina allí.
Entre los capos que hacían parte del pasaje estaban: Carlos Eduardo Urbano, dueño de la aeronave y empresario venezolano poseedor de un prontuario de corrupción en la petrolera PDVSA e íntimo amigo de Carvajal, con quien organizó este cónclave gangsteril; el español Abel Tórrez Serrano; y la estrella de la cita, el ex juez de la Audiencia Nacional española y actualmente expulsado de la carrera judicial por el delito de prevaricato: ¡Baltazar Garzón!
Como “el asesino vuelve siempre al lugar del crimen”, el otrora célebre juez, por la captura del dictador Augusto Pinochet en Londres, y poco conocido por sus antiguas andanzas como responsable del Plan Nacional de Drogas del gobierno de Felipe González, aparece impúdicamente implicado con lo más abominable del narco chavismo. Lo sorprendente es que, mientras este truchimán planeaba a la medida de sus mandantes la estrategia para obtener la libertad de los sobrinos de Maduro, presos por narcotráfico en Nueva York y de varios otros imputados por el mismo delito, el ex presidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero tramaba con Maduro en Caracas, su fracasada intención de obstruir el referendo revocatorio que logre sacar del poder a su pútrido cómplice.
No es posible que el paro existente en España haya llegado a niveles tan trágicos que hasta los más connotados personajes tengan que recalar en Venezuela con el parasitario afán de succionarle hasta la última gota de sangre. Tal es el caso de Juan Carlos Monedero, un alto dirigente de Podemos, el partido político izquierdista que se ufana de representar al Socialismo del Siglo XXI en España, y que hizo honor a su apellido al sonsacar millones de dólares al micomandante Chávez, para subvenir gastos de su campaña, al igual que sus paisanos que no tuvieron ni el más mínimo reparo en transitar por la senda que los llevó a convertirse de garzones y zapateros a rufianes de la mafia.
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