El Gobierno mantiene en pie el proyecto hidroeléctrico de El Bala y calcula que la inversión ascendería de 6.000 a 7.000 millones de dólares para una rentabilidad anual de 1.000 millones de dólares, conceptos bajo los cuales minimiza el daño ambiental. En días pasados se procedió a firmar con la consultora italiana Geodata el estudio a diseño final. Sin embargo, surgen muchas inquietudes sobre la eficacia del que sería el cuarto emprendimiento hidroeléctrico más grande de Sudamérica. El alto costo de las represas de El Bala y El Chepete en el noroeste del departamento de La Paz, crea dudas sobre su recuperación en un tiempo racional e invita a pensar si los países vecinos podrían interesarse en la compra de esta energía, se añade a lo anterior el servicio de la deuda a ser financiada por bancos chinos.
Brasil solo a través del gigante de Itaipú genera 14.000 megavatios, Argentina no demanda este tipo de energía y el Perú tiene provisto su mercado. Se considera más práctica y efectiva la explotación de otras fuentes potenciales y naturales de energía, aprovechando los recursos solares y eólicas abundantes en el país, con mucho menor costo. El Altiplano, por ejemplo, se favorece con 10 horas de sol al día mientras que otros países, como Alemania, solo tienen 3 horas diarias. Los vientos son igualmente abundantes en el Altiplano y en otras regiones de nuestra geografía.
Viene a cuento que en vísperas del 16 de julio el vicepresidente Álvaro García comprometió la ejecución del proyecto de Miguillas (departamento de La Paz) sin referirse al de El Bala y El Chepete. ¿Qué sentido tendrían ambos proyectos o son compatibles? Entretanto se tome decisiones, Miguillas caerá en el olvido y La Paz será nuevamente defraudada.
En el país hay experiencias de enormes obras que vienen insumiendo mucho dinero y tiempo sin que todavía se las vea terminadas, tal es el caso de Misicuni en Cochabamba, pese a que debe atender necesidades urgentes de la población. Lo aconsejable es actuar siempre pisando tierra firme.
Aunque con apoyo en estudios de consultoría, el Gobierno sostiene que el daño ambiental estaría en el orden de apenas un 2% y que la afectación territorial no superaría los 773 kilómetros cuadrados, anteriores proyecciones establecían casi 3.800 Km2. Sin embargo, entidades ambientalistas destacan, entre otros, que la inundación de los bosques generará gas metano, más dañino que los gases de la industria. 17 comunidades indígenas tendrían que ser trasladadas a otros lugares de su hábitat, problema sujeto a costos humanos, sociales y económicos.
Habiendo fracasado el pozo Lliquimuni para la explotación de hidrocarburos, el Gobierno consciente de que La Paz no cuenta con inversiones, sacó a relucir el tema de El Bala y El Chepete en coincidencia con el aniversario histórico del 16 de Julio. Se trataría de un consuelo destinado a mitigar las protestas y reclamaciones departamentales. No obstante, en solo la consultoría se ha invertido nada menos que 33 millones de dólares.
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