[Eric Cárdenas]

Monseñor Tito Solari


El comunicador social y sacerdote Ariel Beramendi ha publicado un libro editado por editorial Kipus, sobre la biografía de Monseñor Tito Solari, que fuera cerca de dos décadas Arzobispo de Cochabamba y sacerdote destacado de la curia boliviana. En este trabajo, el autor recoge los relatos del personaje central del libro, en una suerte de autobiografía relatada por Monseñor Solari.

En el libro nos llama la atención su relato sobre los acontecimientos ocurridos en esa ciudad, en los que participó el entonces Obispo, siempre en la búsqueda de conseguir la paz y evitar la violencia, como en la llamada “guerra del agua” que estuvo a punto de convertirse en una masacre, que hubiese tenido un alto costo en vidas y bienes, pues algunos sectores populares en las calles estuvieron a punto de pretender asaltar y tomar las instalaciones de la Séptima División del Ejército, al concluir el entierro de un joven estudiante que perdió la vida por una bala perdida.

En la llamada “guerra del agua” que fuera instigada por algunos individuos de corrientes extremistas y por supuesto de otros ingenuos y bien intencionados, la palabra y acción pacificadora del Obispo y la iglesia evitaron mayores males a la ciudadanía. Aunque se echó a la empresa administradora de agua potable y hoy a 16 años de esa “guerra”, el pueblo de Cochabamba sigue sin agua.

Otro de los hechos políticos lamentables que relata Monseñor Solari, es el ocurrido en enero de 2007, cuando las federaciones de productores de coca del Chapare cochabambino y algunas organizaciones campesinas, se trasladaron a la ciudad de Cochabamba, ocupando la ciudad y pidiendo la renuncia del entonces prefecto del departamento, Manfred Reyes Villa, elegido por voto popular el año 2005 y que junto a otros prefectos democráticamente elegidos hacían oposición al régimen de gobierno del Movimiento Al Socialismo. Reyes Villa había recibido el apoyo del pueblo en los referéndums convocados por el gobierno.

Como dice en sus relatos el Obispo, “el gobierno de Evo Morales… en el proceso de hegemonizar el poder…” hizo ocupar la ciudad, que reaccionó ante el avasallamiento, no solo de la urbe (que bloqueó el centro de la ciudad), sino a la voluntad popular expresada en el voto, y enfrentó a los cocaleros, por supuesto que con el saldo de muertos y heridos. En esa situación la autoridad de la Iglesia católica se propuso evitar el enfrentamiento y, para ello, el Obispo recurrió al mismo Presidente de la todavía República de Bolivia y presidente de las seis federaciones de cocaleros que ocuparon la ciudad.

En su relato del sacerdote dice que llamó por teléfono al presidente Morales y le expresó: “Señor Presidente, por favor haga algo, diga a su gente que se retire de la ciudad, llevan semanas bloqueándola y aquí puede haber una batalla civil”, el Presidente respondió: “¿Usted, monseñor, me está acusando de incitar a la violencia? Días más tarde llegó el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana… y cuando quisimos entrevistarnos con él, no logramos hacerlo. Nunca accedió al diálogo. Fue muy tarde cuando nos dimos cuenta de que el “hombre fuerte de Morales” era el estratega de los enfrentamientos”. El resultado fue de cuatrocientos heridos de golpes de palo; treinta y seis apuñalados; once heridos de bala y tres muertos”.

Monseñor Solari en sus relatos es crítico del gobierno y su presidente, con el cual tuvo antes relaciones amistosas, cuando la jerarquía de la Iglesia intercedió en varias oportunidades por los cocaleros y su dirigente. Así el Obispo relata: “Ya en esa oportunidad le dije: “Evo, si Ud., llega a ser presidente de Bolivia, por favor, ponga en primer lugar a la educación… Si usted prioriza la educación, la gente creará sus fuentes de trabajo, pero él no decía nada sobre el tema”.

En otra parte dice del gobierno: “El gobierno no acepta críticas e intenta silenciar a quienes no adhieren a su pensamiento hegemónico” y sigue: “En Bolivia, la absolutización del Estado y el peligro de la reelección indefinida ya han puesto a la democracia en peligro. Me pregunto si después de diez años con las mismas personas en el gobierno se puede hablar de democracia”.

El juicio del prelado sobre el gobierno y su presidente, se resume en este relato: “Un mes antes de que muriera el sacerdote Gregorio Iriarte, amigo personal de Evo Morales, fui a almorzar con su comunidad y le pregunté: “¿Usted hablaría con Evo Morales?” y me dijo: “No, ahora él ya no escucha más”.

Este libro sobre los relatos de vida del que fuera Arzobispo de Cochabamba, es un análisis de pedagogía política para los que ejercen, circunstancialmente, el poder.

El autor es abogado y politólogo.

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