Al visitar al sur de la república la capital de la provincia Méndez de Tarija -San Lorenzo- acompañando a una comitiva de la Casa del Poeta Peruano que acudió al lugar a tributar un homenaje al poeta tarijeño Óscar Alfaro (1921-1963), encontramos a ese entrañable jirón de la nacionalidad tan remozado que en la otra orilla del océano establece cierta afinidad con Palos de Moguer, no solamente porque desde que Miguel Ávila Navajas ocupa el sillón edilicio la población luce con la blancura característica de los pintorescos pueblos andaluces, sino también porque -guardando las debidas proporciones- de la misma manera que allá se tributa acendrada veneración a la memoria del poeta premio Nóbel de literatura Juan Ramón Jiménez, aquí se rinde culto a la estampa de quien es reconocido con justa causa como el Príncipe de la literatura para niños.
Y en señal de gratitud a la receptividad a este homenaje por parte de las autoridades y pueblo en general, al encontrarse la tierra del bardo celebrando la fiesta grande patronal, nos parece oportuno recordar el luminoso ejemplo de la santidad que otorga su nombre a esta población: San Lorenzo, uno de los diáconos principales de la Roma antigua, canciller, arcediano y tesorero de la Santa Sede.
El año 258, al desatarse con el asesinato del Papa Sixto la persecución contra los cristianos, el emperador Valeriano lo convocó para explicar cómo en plena depresión económica del imperio él osaba distribuir alimentos a más de 2.000 personas entre sus súbditos; otorgándole un plazo de tres días para que reúna y entregue al fisco los opulentos tesoros de que se valía para conseguirlo. Cumplido el plazo, el Santo se presentó a puertas de palacio seguido por una legión de menesterosos, lisiados y andrajosos, presentándolos como ¡los más leales tesoros con que cuenta la Iglesia!”.
Sintiéndose el tirano defraudado, por su angurria de riqueza, el emperador lo sometió a los peores tormentos antes de condenarlo a ser quemado a fuego lento, pero aun así, hallándose tendido sobre el asador de hierro, agonizante, el santo exclamó al verdugo: “Ya mi cuerpo está asado de este lado, dame la vuelta y come!”
Con similar compromiso espiritual con su pueblo, en 1810 el hijo de esta tierra, don José Eustaquio Méndez, declaró la guerra al reinado opresor de España y el 15 de abril de 1817 consiguió la libertad para el terruño en la batalla de los campos de la Tablada, cuyo Bicentenario a partir del 10 de agosto se festeja en la población que se honra en llevar el glorioso nombre del santo romano.
En esta fecha de profunda significación religiosa e histórica, expresamos un mensaje de salutación al pueblo de San Lorenzo que se apresta a conmemorar el año de los fastos del heroico “Moto” Méndez y los valerosos Montoneros chapacos.
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