Punto Aparte
Las dificultades siempre han habido en los hogares bolivianos, sea por limitaciones económicas, viviendas insuficientes, discusiones en las parejas y dificultades en la crianza de los niños. Por supuesto, estos casos creaban dramas humanos, a veces, sin perspectivas de solución.
Sin embargo, en los últimos tiempos las condiciones de vida, al menos en las áreas urbanas, han tenido algunas mejoras, de manera que aquellas dificultades podían haber quedado amenguadas. Empero, contra todo lo que podía preverse, la familia boliviana de la actualidad está virtualmente en crisis, a pesar de ciertas mejoras.
Al menos, los informes de estudios últimos sobre la situación de las familias bolivianas tienden cada vez a tornarse más inquietantes, pero ya no tanto por estrecheces u otras causas materiales, sino fundamentalmente por los comportamientos humanos, de los esposos e hijos.
Un factor predominante para el agravamiento de estos males tiene dos vertientes, en algunos casos por sus propios efectos y, en otros, porque se relacionan recíprocamente, mucho más de lo que podría imaginarse.
De una parte, existen manifestaciones de violencia, en particular de los varones, aunque las excepciones no faltan y también provienen de las mujeres, aunque son mínimas, al menos las que se conoce. Como resultado de ello, el trato matrimonial se desliza más por los vértices del mal humor, que suelen tener sus estallidos de violencia.
Quizás como nunca, la violencia es más frecuente, lo que se produce en golpizas a las esposas o por lo menos en maltrato, unas veces sólo en el lenguaje agresivo e insultante, pero en otras en acciones de hecho, o sea en violencia física, que puede tener sus gradaciones, pero en caso alguno son aceptables en el plano humano.
La violencia masculina empieza a manifestarse en las peleas en los colegios. Al presente, está empezando en las escuelas con los famosos bullyings, que están distorsionando la mente de los niños. El freno debería ser aplicado en las propias escuelas, con la expulsión de aquellos que adoptan tal comportamiento. En esto, no debe haber contemplaciones. No caben las tolerancias, pues esas conductas pasan a ser constitutivas de la futura sociedad.
Si en esta etapa inicial no se pone freno a la violencia, la situación se agravará en la juventud. Además, es de lamentar, pero la televisión casi en el 80 por ciento sólo exhibe filmes de violencia de todo género. Por tanto, los jóvenes no sólo se limitan a ejercerla con alguna moderación, sino la ponen de manifiesto en casi todas sus acciones, en especial en el seno del hogar, ya sea peleando con los hermanos o faltando el respeto a los padres.
El otro factor coadyuvante que estimula la violencia es el consumo de bebidas alcohólicas, buena cantidad de las veces hasta perder la conciencia de sus actos, circunstancia propicia en que simple y llanamente pueden matar. Peor cuando están conduciendo vehículos en estado de ebriedad, lo más frecuente es que causen accidentes mortales. Ojalá fuera de ellos mismos, pero el caso es que las víctimas son otras, o las enamoradas, o las parejas.
Otra fatal consecuencia de perder la conciencia con el excesivo consumo de bebidas alcohólicas se registra en los hogares. Las esposas son las víctimas propiciatorias de los malos tratos, que en muchos casos derivan en violencia y hasta en asesinatos. El periodismo usa el término de feminicidio para referirse a éstos, pero se ve forzado a apelar a este eufemismo por no herir el sentimiento de sus lectores. Empero, lo que cierta y efectivamente acontece en tales situaciones son ASESINATOS. Ahora, sus autores pululan como si nada hubieran hecho y ni siquiera la justicia los somete a la cárcel, por lo menos con la inmediatez que amerita semejantes casos de lesa humanidad.
Alguna vez escribí que la mujer por sí misma debería adoptar su autodefensa y protección, a menos que sea o prefiera ser masoquista, para aceptar o tolerar vejaciones y golpizas como si le estuvieran proporcionando una satisfacción física. Obviamente, se trata de un mal natural, pero es la excepción.
En tanto no se trate de ello, la mujer debe saber escoger su pareja desde el enamoramiento y estar segura de que cuando contrae matrimonio no será víctima de violencias y agresiones, verbales ni físicas. Esto es perfectamente posible, de acuerdo con la ciencia. Y si fuera necesario, las parejas deberían someterse a exámenes médicos de esta naturaleza, antes de avanzar en sus relaciones supuestamente sentimentales.
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