Maduro quiere dejar el poder

El conejo no sale de su madriguera si olfatea que el tigre lo espera para comérselo, su instinto le manda hacer otra salida. El hombre, con instinto y razón, no se enfrenta a aquella fuerza poderosa, sabiéndose acechado, que quiere destruirlo, evitará por todos los medios la suerte que le espera.

La opinión pública devela que algún político en el ejercicio del poder mata a quien se le opone, roba de las arcas del Estado, trafica drogas, cometiendo delitos de terrorismo, corrupción y narcotráfico, en franco desafío a las fuerzas ordenadoras del mundo. Después del drama, como aquel prófugo de la justicia, prefiere entregarse para aliviar su condena; o hundirse solito con su barco, porque las ratas ya saltaron. Vemos que el poder da gloria y agobia, es dulce y amargo, cuando se gobierna bien y mal. Así, la política tiene riesgos y triunfos, más errores que certezas, más lágrimas que risas.

En medio de estas consideraciones vemos que hubo presidentes que agobiados por la crisis dejaron el poder. En nuestro caso nos referimos primero a Mamerto Urriolagoitia, quien sabiéndose acorralado por fuerzas poderosas fabricó un auto golpe, “el Mamertazo”, dejando como presidente al Gral. Hugo Ballivián para que le cuide las espaldas, no destape sus fechorías y no terminar en el farol. Otro caso, el del Gral. Luis García Meza que al no tener el pretexto justo y el valor para renunciar frente a aquel poder que lo acechaba, se aferró al poder esperando un milagro. Las FFAA tuvieron que amotinarse y sacarlo del palacio junto al ministro del “testamento bajo el brazo”, pagando con 30 años en Chonchocoro. El Dr. Hernán Siles Zuazo con la UDP también quería dejar el poder por la hiperinflación que mataba de hambre al pueblo, por tremenda crisis, por no haber entendido las políticas de Estado, por su incapacidad, estaba consciente de su error, acortó su mandato y se fue agradecido por un piadoso acuerdo político.

Si salimos de nuestras fronteras, vemos que Nicolás Maduro es una fiera enjaulada en su poder heredado, en su telaraña, enfrentado a aquella fuerza poderosa, ansioso quiere dejar el poder... ¡aunque usted no lo crea!, porque hace todo lo posible para que el pueblo se levante, que los militares se amotinen, para que lo echen por importar gasolina siendo de la OPEP, por no tener alimentos para el pueblo, por falta de medicinas para los enfermos, ¡por no tener papel higiénico!, por la inflación que empobrece, por violar la ley, por la corrupción, por sus parientes que trafican cocaína, por torturar presos políticos, por oponerse al revocatorio, por matón y fanfarrón. ¿Qué pasa?, creo que aquella fuerza poderosa aún no quiere su caída, quiere que sufra, que le tiene la hora marcada, le tiene un libreto de película para Hollywood, que escarmiente, que llore, que se arrodille ante el Soberano venezolano; después ejecutar su plan, ¡peor con Trump, candidato presidencial!

Sabedor del plan de la fuerza poderosa, pienso que Nicolás Maduro quiere negociar su salida, tiene que seguir haciendo creer a sus seguidores que aún le queda valor, es consciente de que se ha equivocado. Si no negocia está perdido él, su familia y las hijas de su difunto comandante, sabe de la millonada de dólares que tienen entre todos, que algunos de sus parientes están presos en EEUU por narcotráfico, que nadie lo quiere en Venezuela y en el mundo, que ganó más enemigos que amigos. Su miedo, como el conejo, es que saliendo de la madriguera se lo coman. Es lógico pensar que tiene que negociar hasta con el diablo, siempre y cuando aquella fuerza poderosa se lo permita.

Sabemos que un gobierno de poca reputación y excesiva autoridad está condenado al fracaso. Usted, señor Maduro, ha fracasado, no es estadista, el pagano es el pueblo venezolano. Finalmente, aprenda esto y enséñeles a sus amigos: “la Política es como el dominó, el primero tumba al último”.