Muchas veces, los gobiernos por ser muy cautos, prudentes o considerados con sus pueblos evitan mostrar verdades vividas por sus países; tratan de amortiguar los males y evitan que se conozcan datos o situaciones que forzosamente acarrearían preocupaciones, angustias y generarían desesperanzas.
Estos sofismas son más utilizados por regímenes que tienen el tinte de “revolucionarios” o, mejor, populistas que hacen de la demagogia un instrumento para convencer a sus pueblos, para no perder popularidad y apoyo de grupos sociales que los apoyan pero, generalmente, un sano raciocinio y sentido de responsabilidad obligan a decir las cosas como se deben y evitarse sofismas o disfraces que, más temprano que tarde, hacen más daño, causan más angustias y complican la vida de las comunidades.
Este es el caso de las crisis económicas que sobre todo a los países pobres y subdesarrollados han causado serios trastornos y han dado lugar al crecimiento de la pobreza. La crisis que confronta el mundo debido a la baja de los precios del petróleo, minerales y materias primas, ha sido impactante en la economía de las naciones pobres que no cuentan con las reservas y condiciones de producción aptas para superar dificultades con alguna holgura. Este es, pues, el caso de nuestra economía en Bolivia que es país dependiente de la producción de gas, minerales y algunas materias primas que se exportan y permiten contar con divisas que conforman las reservas y son la fuerza financiera del país.
Ver realidades y reconocerlas es muy sano; y es así que el Presidente de la República, en su mensaje corto (algo inusual en él) del sábado 6 de agosto, en Tarija, se refirió a los múltiples problemas que aquejan al país, como la disminución de la producción de gas, la baja de las reservas internacionales, el crecimiento de la economía que no está en los índices que, con mucho optimismo, señalan los informes oficiales. Mostró preocupación por la disminución de empleo y muy sereno se mostró al decir que los problemas han adquirido dimensiones nunca esperadas.
Lo grave de esta situación es que no siempre las palabras del Primer Mandatario quedan como debida y certeramente expresadas porque los diversos ministros -especialmente los del área económica- se encargan de mostrar situaciones diversas, contradictorias y que colocan al crecimiento nacional en un 5% para la presente gestión. Esta falta de coherencia, coincidencia y sinceridad en los colaboradores del Presidente causan preocupación en la colectividad que siente la verdad, lo que ocurre realmente y que es inocultable: la crisis afectó seriamente al país y su situación económica no es ni la cuarta parte de lo que fue hasta el año 2015 en que todavía hubo auge financiero. Lo que falta que se exprese, así, con toda sinceridad y honestidad, es reconocer finalmente que los campos de gas -Sábalo, Margarita y San Alberto- han sido sobreexplotados, exprimidos y no se han tomado previsiones para encontrar nuevas áreas gasíferas porque no se han realizado inversiones en prospección, exploración y explotación ni por parte de la empresa del petróleo y menos de las empresas extranjeras que se han contentado con invertir lo estrictamente necesario para que los campos indicados sigan proporcionando gas.
Otro reconocimiento importante y no reconocido plenamente y menos expresado: la producción minera y de materias primas y alimentos ha disminuido radicalmente porque hubo el contento de resignarse a lo que había y lo inexistente reemplazarlo con el incremento del contrabando y las importaciones de alimentos desde países vecinos.
¿Qué se hizo para atraer inversiones para crear riqueza y generar empleo? Poco, muy poco, tan poco que nadie lo nota y no hay empresas en las que pueda confiarse que ayudarán a refortalecer la economía. ¿Cómo se hará que la Ley de Inversiones pueda encontrar capitalistas si hay prédica en el gobierno de posibles nuevas estatizaciones o expropiaciones como el caso Enatex que es más que convincente? ¿Cómo se puede creer en un empresariado que parecería que aseguró su crecimiento y conciliar todo con el gobierno así tenga convicción de que la crisis perjudica gravemente al país? ¿Para cuándo medidas que permitan tener conciencia sobre la urgencia de ser austeros evitando gastos dispendiosos, construcciones faraónicas e innecesarias como un nuevo palacio de gobierno o un edificio para el Legislativo? ¿Cómo se actuará para contener el incremento de la burocracia que trata de dar trabajo a todo un partido así no sepa qué hacer?
Buena la sinceridad del Presidente, pero son necesarios otros reconocimientos y propósitos para enmendar yerros y mostrar gestión con una excelente administración del Estado para superar la crisis; trabajar para contar con “vacas gordas” pero en base al propio esfuerzo y no solamente por los precios internacionales altos que han dado lugar a que tengamos excelentes réditos financieros sin trabajar ni aportar nada.
Dos capítulos importantes: es preciso contener la producción de coca y la fabricación de cocaína que ataca a países vecinos y, lo más grave, daña a nuestra población. Es urgente combatir a la economía informal como es el contrabando. ¿Qué se hará contra estos males que son aliados incondicionales de la crisis? ¿Qué se puede hacer para no sostener: “no hay crisis en el país” cuando se la siente hasta en el aire que se respira?
Hay mucho que reconocer y muchísimo que enmendar para encarar la crisis, pero sabiendo, combatiendo, juzgando, viendo su excesivo crecimiento y, por supuesto, trabajando disciplinadamente con valores y sin demagogia ni populismos que postergan, atrasan, contradicen a la verdad y agravan la crisis.
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