Una de las primeras especies de animales que domesticó el hombre primitivo fue el can o perro que, descendiente de los lobos, aprendió a convivir con los humanos y compartir sus restos de alimentos, prestándole valiosos servicios, como alertarle de la presencia de extraños, debido a sus desarrollados sentidos, hasta convertirse en su “mejor amigo”. Sin embargo, el ser humano en general ha sido y es ingrato con ese noble animal, debido a su egoísmo e insensibilidad.
El día 16 de agosto se recuerda a San Roque, patrono de los canes y animales en general, y otro santo: Francisco de Asís, nos enseñó el amor a los animales y a toda la naturaleza, pues ésta al decir de San Agustín, nos ha sido otorgada en préstamo para servirnos de ella.
La relación del hombre con su medio ha sido beneficiosa para el primero, pero desastrosa para el segundo, pues la naturaleza nos ha alimentado, cobijado y permitido desarrollar hasta los niveles en que actualmente vivimos, pero hemos dañado -en algunas casos irremediablemente- al medio ambiente y, por supuesto, a los otros seres vivos, que la mayoría estuvieron antes que nosotros en el planeta tierra.
La actividad explotadora de las riquezas naturales, para satisfacer los apetitos humanos, de poder y riqueza, ha deteriorado de tal manera el medio ambiente, que la mayoría de las especies animales está en riesgo de extinguirse, pues les hemos privado de su medio territorial, es decir de su casa. Nos alimentamos de ellos y hemos contaminado la tierra, el agua y aire que nos da vida a todos los seres de la naturaleza, a tal grado que se habla ya de que en el futuro deberemos buscar otro planeta a donde ir a vivir y seguramente a destrozarlo. Ojalá que no sea así.
En nuestra querida ciudad “maravilla”, sede del gobierno del Estado, es lamentable ver a decenas de canes vagar por las calles de la ciudad y en especial de los barrios residenciales de la zona sur, como San Miguel, donde la gente sacia sus gustos gastronómicos al borde de las aceras, y en búsqueda de algún alimento o basuras echadas a las calles. Algunos compasivos vecinos suelen dejar recipientes con agua para esos animales que demandan alimentos y agua; extrañamente muchos de esos canes tienen cintas de vacunación, lo que importa que tienen amos, pero que éstos los echan a la calle y no los alimentan en los poblados aledaños.
Por un sentido de humanismo hacia los animales más próximos al hombre, deberíamos construir con recursos municipales un albergue de canes, para en alguna manera ser una ciudad digna del título de “maravilla” y demostrar la calidad de sus habitantes, pues no olvidemos que: “La cultura de un pueblo se conoce por el trato que da a los animales”.
El autor es abogado y Lic. en Ciencia Política.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |