Segunda y última parte
Autor: Ing. Hernán Zeballos H.
De acuerdo con la información difundida por Wikipedia: “El potencial hidroeléctrico con que cuenta Bolivia está en el orden de 39.900 MW de potencia, que alcanzaría una producción de 177.669 GWh, del cual se estaría utilizando solo el 1%.
La región de mayor concentración del recurso hidropotencial en el país se encuentra en la vertiente este de la Cordillera Oriental de los Andes. Consiste en una franja territorial que tiene su inicio en la Cordillera de Apolobamba y se extiende por la de Muñecas, Real de La Paz, Tres Cruces, Santa Vera Cruz y Cochabamba. Abarca un longitud de aproximadamente unos 350 km y un ancho promedio de 100 km.”
De manera que parece consecuente con esta realidad, el gobierno se plantea el convertir a nuestro país en el centro energético de Sud América, para ello, frente a la realidad del agotamiento de nuestras reservas hidrocarburíferas, el Ministerio de Energía de Hidrocarburos tiene un programa de inversiones para el aprovechamiento de este recurso renovable como es la hidroenergía.
El ministro de Hidrocarburos y Energía, Luis Alberto Sánchez, informó el 18 de marzo del 2015, que hay una cartera de 25 proyectos hidroeléctricos para generar 16.000 megavatios (MW), y la inversión para la construcción de éstos supera los $us 50.000 millones.
El 17 de enero, un medio local publicó que para aumentar en un futuro la generación de energía eléctrica, en 2014 el ministerio del área firmó tres contratos para la construcción de las hidroeléctricas: Misicuni, San José y Miguillas. Éstas tendrán una potencia superior a los 400 MW para las que se invertirá aproximadamente $us 800 millones. Los datos fueron dados a conocer en esa oportunidad por el entonces ministro de Hidrocarburos y Energía, Juan José Sosa.
Estas cifras por supuesto son muy optimistas, frente a la generación actual: en hidroeléctricas actualmente se tienen 53 unidades con una capacidad efectiva de 475,69 MW, contra 71 unidades termoeléctricas que generan 946,58 MW (Fuente CDC, elaboración Fundación Tierra, Cambio climático e hidroenergía, 2016).
Hay una dura crítica sobre el proyecto del Bala, salida en BOLPRESS: “Si se construye esta megarepresa, tendría una altura cercana a los 150 metros en el estrecho denominado El Bala, y formaría un reservorio de agua que inundaría de más de 200.000 hectáreas (2.000 Km2) en los valles del los ríos Beni, Tuichi y Quiquibey, los cuales desparecerían bajo el agua, luego de los tres años previstos para el llenado total del reservorio. Las áreas protegidas más espectaculares y de mayor riqueza natural y cultural del país, el Parque Nacional y Área de Manejo Integrado Madidi y la Reserva de Biosfera y TCO (Tierra Comunitaria de Origen) Pilón Lajas, recibirían el mayor impacto de inundación del megaproyecto hidroeléctrico de El Bala”
INVERSIÓN PARA RIEGO
Esta actividad, en la actualidad se encuentra a cargo del Programa Nacional de Riego con Enfoque de Cuencas (Pronarec), que se desarrolla con apoyo de financiamiento del BID.
Según el enunciado de sus objetivos el Programa está dirigido a reducir el impacto de las amenazas, fortaleciendo las capacidades productivas, a través del mejoramiento y rehabilitación de sistemas de riego y el manejo integral de cuencas para el desarrollo y recuperación de las comunidades afectadas por los desastres, incrementar la superficie bajo riego y mejorar la eficiencia del uso del agua y suelo con fines agrícolas.
Sus componentes están dirigidos a proyectos para riego comunitario y gestión del agua con enfoque de cuenca.
El 2010 el Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable – Proagro con recursos de la cooperación alemana contrató un grupo de profesionales entre los años 2008 a 2010 para llevar adelante el Inventario Nacional de Presas Bolivia 2010 que fue publicado oficialmente el primer semestre de la gestión 2011 con la participación del viceministerio de recursos hídricos y riego. (Fuente: Prudencio Vacaflor, Augusto I. Inventario nacional de presas, Bolivia 2010. RevActaNova. [online]. Disponible en: <http://www.revistasbolivianas.org.bo/scielo.php?script =sci_arttext&pid = S1683-07892011000100008&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1683-0789.)
El inventario de presas a nivel nacional se traduce en la existencia de un total de 287, diferenciadas por su capacidad de embalse, tipo de embalse y material de construcción. Ese total está conformado por 184 presas pequeñas, 38 medianas y 65 grandes. Las mismas están situadas 30 en Chuquisaca, 115 en Cochabamba, 30 en La Paz, 9 en Oruro, 85 en Potosí, 8 en Santa Cruz y 9 en Tarija.
De los datos de este inventario se establece que el 74% de los embalses están destinados a riego, 15% para agua potable, 3% para energía, 3% para minería, 3% para uso múltiple y 2 % para uso ambiental.
Todo lo anterior corresponde a 596.123.300 m3 embalsados de agua, que permiten el aprovechamiento de 8.032 km2 de área de cuencas, destacando al departamento de Cochabamba que tiene la mayor cantidad embalsada por infraestructura construida que asciende a 323.584.300 m3. Con todo este conjunto de obras se ha logrado algo más de 230.000 Has de tierras con riego, las cuales sin duda contribuyen a dar seguridad y mayor productividad a los cultivos de alimentos.
El informe señala: “en base a esta información actualizada corresponde a las autoridades nacionales y departamentales la responsabilidad de establecer a corto plazo y en el marco normativo de los recursos hídricos, las suficientes bases para el funcionamiento de una estructura institucional encargada y responsable de la gestión de presas en Bolivia y de la seguridad de las mismas.”
A lo anterior hay que añadir el “programa MI AGUA”, el cual se enfoca en: a) Apoyar las estrategias del Gobierno con relación a la reducción de la pobreza y el logro de la soberanía alimentaria del país, a través del incremento de la capacidad productiva de pequeños y medianos productores agrícolas; b) así como en contribuir a mejorar las condiciones de vida y salud de la población a través del incremento del acceso y de la calidad en la provisión del servicio de agua potable y saneamiento en el territorio nacional. (Fuente: http://www.mmaya.gob.bo).
Entre otros objetivos se plantea: “contribuir a incrementar aproximadamente en 42.000 Ha la superficie agrícola; apoyando de esta forma la estrategia de soberanía alimentaria”.
A finales del 2015, con los programas I, II y III se habría trabajado con 338 municipios, en 1829 proyectos de provisión de agua potable, 989 proyectos en riego, habiendo beneficiado a 378.454 familias y logrado incrementar la superficie bajo riego en 42.733 Has. Logros muy significativos por cierto.
DISPONIBILIDAD
Prosiguiendo con esta revisión de los usos del agua y los problemas a futuro, hoy trataré el tema del agua potable.
Una mirada retrospectiva. La cobertura de agua potable y saneamiento en Bolivia aumentó en Cochabamba y La Paz considerablemente desde 1990 con altas inversiones en el sector. Sin embargo, las coberturas siguen siendo las más bajas del continente y la calidad de servicio esta baja. La inestabilidad política e institucional ha contribuido a la debilitación de las instituciones del sector a nivel nacional y de muchas instituciones locales. Dos concesiones a empresas privadas extranjeras en dos de las tres ciudades más grandes: fallaron en 2000 y 2006 respectivamente. La segunda ciudad del país, Santa Cruz de la Sierra, gestiona su sistema de saneamiento a través de una cooperativa, con éxito relativo a los sistemas urbanos de las dos otras grandes ciudades del país. (Fuente: Wikipedia).
En Bolivia de 85 a 300 litros de agua consume una persona a diario, según datos proporcionados por la fundación Canaru a un medio local. Esta cantidad es superior a la cifra que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere utilizar 80 litros cada día.
Desde que se levanta hasta que se duerme el boliviano usa cantidades “excesivas” de este líquido, muchas veces por desconocimiento. El consumo depende de las zonas geográficas, costumbres y climas, en el occidente normalmente se usan 85 litros y en el oriente puede llegar de 250 a 300 litros.
Conviene recordar que: “del 100% de agua que existe en el planeta, la cantidad para el uso y consumo humano es mínima. Mientras que el 97,5% es salada, el 2,5% es dulce, es decir para el consumo humano. De este último porcentaje, el 2,04% viene de los glaciares, 0,57% son aguas subterráneas y el 0,01% de lagos y ríos.(Fuente, id anterior).
La información que el INE nos proporciona (datos Censo 2012), a nivel nacional, 80,8% de la población en viviendas particulares tiene acceso al agua y 52,7% cuenta con saneamiento básico,
El departamento con mayor acceso al agua es Santa Cruz con 93,7%. En cambio, en Tarija se registra la mayor cobertura de saneamiento: 72 de cada 100 tarijeños cuentan con este servicio.
De acuerdo a esta fuente, el 68,3% de las viviendas particulares con habitantes presentes dispone de agua de cañería de red y el 31,7% se tiene otras fuentes de procedencia (pileta pública, pozo, carro aguatero, entre otros). El consumo de agua en ciudades capitales, se ha incrementado en 37.390.000 metros cúbicos entre 2005 y 2014. En 2013, el mayor consumo de agua potable corresponde al de tipo doméstico con 121.675.000 metros cúbicos y en segundo lugar, el de uso comercial con 19.103.000 metros cúbicos.
Por estas cifras parecería que se estarían cumpliendo las metas planteadas el 2013 por el Gobierno que se comprometió ante la Unión Europea (UE) ampliar la cobertura de agua potable y saneamiento básico hasta el próximo año en 90 y 80 por ciento, respectivamente, durante la firma de los convenios de financiación entre el Gobierno boliviano y la UE en 2010 y 2013, donde aparecen las metas consensuadas”.
Pero esta situación de abundante disponibilidad parece que se acaba pronto, conforme se aprecia por los problemas de sequía y falta de agua en la ciudad y comunidades vecinas de Cochabamba, las dificultades de acceso a las que tienen numerosos barrios y miles de pobladores en El Alto. La sequía en la cuenca del Pilcomayo y la fuerte sequía en Santa Cruz, con graves daños a la agricultura.
REFLEXIONES
Concluida la revisión de los principales aspectos con relación a la disponibilidad de recursos hídricos en nuestro país, su aprovechamiento en proyectos hidroenergéticos, riego, inversiones, disponibilidad para consumo humano y los problemas que se presentan a futuro, particularmente dados los evidentes fenómenos que han sucedido como la virtual extinción del lago Poopó, la sequía en la cuenca del Pilcomayo, la sequía de la presa de la Angostura en Cochabamba, los problemas de los acuíferos subterráneos del valle de Cochabamba, los problemas de abastecimiento de agua potable que se ciernen sobre el Alto y la ciudad de La Paz, por el deshielo acelerado de los nevados de la Cordillera de los Andes, ameritan una reflexión seria sobre lo que hay que hacer de inmediato y a futuro para la conservación y aprovechamiento de nuestros recursos hídricos.
Lo primero que se requiere sin lugar a dudas, es la realización de un gran debate nacional que involucre al Gobierno central, las gobernaciones, municipios e instituciones involucradas en el tema para definir un programa con una visión, de corto, mediano y largo plazo.
A lo anterior hay que añadir una segunda ronda que analice los problemas específicos de las aguas transfronterizas, los cuatro temas principales corresponderían a los asuntos pendientes con Chile, con Brasil, la situación del ALT, y el acuerdo tripartito sobre la cuenca del Pilcomayo.
Claramente se trata de una agenda amplia, pero necesaria. Como ejemplos, merecen citarse la increíble demora en la conclusión del proyecto Misicuni, tan necesario en las actuales circunstancias, y con evidentes problemas de gestión y de conflictos entre las partes interesadas. El otro problema claramente es el del Silala, donde hay muchas visitas, pero no hay una propuesta clara sobre el aprovechamiento de estos recursos por parte del país. La iniciativa de dotar de una Ha. de tierra para los que quieran dedicarse a la agricultura en ese sitio, es simplemente ridícula, cuando la opción es irse al Chapare o al norte de Santa Cruz, donde se pueden obtener cuando menos 10 Has. con condiciones de clima y suelos mejores.
Desde mi punto de vista, avalada en varios casos por mi experiencia profesional, las principales prioridades en materia de inversión para el aprovechamiento de nuestros recursos hídricos son: ejecución de los dos grandes proyectos nacionales: Rositas y el Bala, tal vez este segundo en la modalidad de dos o tres presas para reducir el impacto ambiental, encarar presas en las provincias andinas de La Paz, para evitar la escasez de agua en el futuro, estudiar la posibilidad de recuperar el Poopó. En Tarija, poner en ejecución los proyectos Carolina (en la parte andina), San Juan y Tomayapo, estudiar la conveniencia de realizar las obras de los proyectos de la cuenca del Bermejo. Revisar la decisión de realizar el embalse de Guayaramerín, en vez de los dos embalses proyectados inicialmente sobre el río Madera. Un programa ambicioso de desarrollo de los acuíferos de Chaco (ver: FEGASACRUZ-OAP, “Estudio equipo de perforación de pozos, provincia Cordillera, Santa Cruz, 1992).
La definición de una agenda ambiciosa, pero absolutamente necesaria, para evitar problemas futuros mayores a los que estamos viviendo en el momento, será una respuesta que, en lugar de problemas, contribuya a un mayor grado de seguridad sobre la disponibilidad de este recurso vital para la vida y la economía. Lo anterior supone además una gestión pública adecuadamente coordinada entre los tres niveles de gobierno.
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