S.E. y su entorno más inmediato, los ministros, parlamentarios y la frondosa prensa oficialista que tiene largo alcance, no se cansan de repetir cotidianamente que el MAS está llamado a tomar nuevamente el Gobierno el 2019, porque, dicen, la oposición no tiene líderes, ni proyecto político, y porque, además le faltará tiempo para llegar a encontrarse y cautivar a las masas electoras. En suma, afirman que el único partido con candidatos y planes es el MAS.
El candidato pesado del MAS es S.E. como todo el mundo sabe. Fuera de él no compite, por mandato constitucional del último referéndum el Vice, y entonces sobre el tablero masista quedarían Choquehuanca, Romero, Quintana o una mujer como Leonilda Zurita, porque la señora Achacollo tiene otro tipo de problemas. Si los “movimientos sociales” van a desear a un indígena en la presidencia, el camino sería Choquehuanca probablemente, que no es precisamente un postulante que derroche genio de estadista.
Los masistas afirman que desde el lado de la oposición no hay nadie que pueda ser un candidato ganador y que el tiempo ni permite crear uno. Eso no es cierto, porque en tres años y poco más, puede surgir un aspirante que dé un vuelco en la política nacional. Tres años es una enormidad en Bolivia para que se afiance alguna candidatura o para que surjan otras. En tan solo un año puede aparecer un político que aglutine a tantos descontentos. No hay que olvidar que ahora no se trata sólo de los méritos del postulante adversario, sino de los deméritos de la gente del MAS, tan desprestigiada por acusaciones de corrupción y de pésima administración del Estado.
En los tres años y pico que restan por delante, los opositores tienen tiempo suficiente para ver qué será lo mejor para la nación, porque habrán visto cómo fue el derroche masista con los altísimos precios del gas y los minerales y qué es lo que sucede cuando esos precios caen. Los opositores están mirando, junto con el pueblo, cuáles son las grandes inversiones, “elefantes blancos” que el MAS está levantando en el Chapare, San Buenaventura, y en todas las regiones del país. Eso de satélites, aviones, barcazas, no se puede repetir.
El candidato opositor garantizará la inversión interna y externa, detendrá el despilfarro, promocionará emprendimientos útiles y dará créditos productivos, abrirá Bolivia a todos los bloques económicos posibles (no se quedará con el ALBA), y aplicará una política exterior serena, sin alboroto ni provocaciones. Con eso sería suficiente.
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