Lo que quede de Bolivia

Los cooperativistas mineros han marcado el territorio que se proponen controlar, si es necesario por la fuerza, en la Bolivia que surja de esta crisis, si se llamara Bolivia.

No son muy originales, porque los cocaleros del Chapare hicieron lo mismo, con idénticos métodos violentos, incluso sangrientos, para demarcar su territorio.

De todas las actividades económicas ilegales que operan en Bolivia, estas dos son las que requieren controlar territorios porque son sedentarias. Y lo están haciendo.

Un proceso similar vivió Somalia cuando acabó por desintegrarse como Estado, en 1991: grupos armados protegiendo actividades económicas se hicieron dueños de los territorios que requerían para sus negocios. El pedazo de territorio que quedó sin dueño cobija ahora Somalilandia, una especie de Estado que también es acosado por los señores de lo ilegal y de la guerra.

La Bolivia que quede de este experimento va a tener que resolver estos problemas, salvo que decida aceptar que los territorios tomados dejaron de pertenecer al país. O que Bolivia se reduzca a un territorio más pequeño.

De todos los territorios que Bolivia perdió en su historia, éstos son los únicos que no están en la periferia. Potencias extranjeras redujeron el mapa de Bolivia, arrebatándole zonas fronterizas. Adelantados del brazo narcotraficante de las FARC de Colombia ayudaron a “liberar” el territorio del Chapare. Allí, las leyes de Bolivia no se cumplen.

Ahora, los cooperativistas mineros del altiplano han declarado la guerra a una ley y es eso lo que provocó la crisis que vive el país. Exigen el derecho a explotar todos los yacimientos mineros del altiplano, porque, como todos saben, la empresa estatal es ineficiente y deficitaria y los inversionistas privados no tienen interés en llegar a este país.

Si vas a gobernar manejando, administrando, o tolerando actividades económicas ilegales, va a llegar un momento, se puede observar ahora, en que debas optar por cumplir con el Estado, o seguir en el proceso de desintegración.

En esta guerra no se puede jugar en los dos bandos. El gobierno lo está comprobando ahora.

Salvo que se vuelva a culpar a los medios, en una cantaleta que se ha hecho tediosa.

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