Punto aparte
¿A qué se identifica como fábrica? A un lugar o recinto donde se produce uno o más productos elaborados por personas, de ambos sexos o por maquinarias que ahora son cada vez más productivas por el mejoramiento de su calidad técnico-operativa.
Entonces, esta es la característica de una fábrica, sea del producto que sea. Por supuesto, mayoritariamente están destinadas al consumo de los seres humanos. En ciertos casos para animales, ya sea como medicamentos o mejoramiento de su alimentación. Pero ni una ni otra deja de ser identificada como fábrica.
Por supuesto, tienen diferencia con los laboratorios, generalmente científicos, para investigar y eventualmente producir muestras de productos que pueden ser positivos para conservar la buena salud de las personas o en otros para inventar nuevos productos y mercaderías para su industrialización, destinada al comercio general de bienes de una y otra índole. Unas veces para las ya existentes y otras para inventar nuevas.
Estas distinciones eran necesarias para tratar el caso de Bolivia, país mayormente conocido por explotar o comercializar materias primas para fines industriales en otros países. En el país existe también algo de esto, pero todavía es modesta su producción y mucho menor la posibilidad de comercializarse en el mercado internacional.
Ocurre que Bolivia, efectivamente, está prosperando en esta última producción, pero lamentablemente no es positiva en sentido alguno, más bien es lesiva para la salud humana.
Antes de incidir en la materia misma, es justo poner en evidencia y aplaudir la labor de la FELCN (Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico). Anualmente, realiza cientos de operativos para cumplir su misión, alguna vez inclusive perdiendo vidas humanas. De esta manera, se conoce con relativa publicidad por lo menos parte de sus logros, lo que seguramente depende de la decisión de las autoridades superiores.
En Bolivia, en el pasado, cuando se informaba de incautaciones de cocaína era de unos kilos, lo que causaba ya escándalo. En los últimos años, las cifras han ido en aumento, pero este año se llegó a un punto extremo, lo que se presta a considerar que el país se ha convertido en una fábrica de la droga.
Un balance policial de carácter provisional difundido hasta agosto, en 7.800 operativos se incautó 121 TONELADAS de cocaína. Llegar a esta cantidad, solamente la incautada, permite pues establecer que Bolivia se convirtió en una fábrica de esta droga.
En una evaluación parcial de las autoridades de la FELCN, se indicó que en relación con lo incautado el año pasado, el incremento fue de 200 toneladas. “A estas alturas, informó una autoridad de ese organismo, habíamos incautado 16.71 toneladas; en tanto que en marihuana el 2015 (agosto) teníamos 60.57 toneladas. En la presente gestión hemos secuestrado 96.80 toneladas de marihuana”.
Otro informe de la FELCN dio cuenta que fue decomisada cocaína valuada en 60 mil dólares, en tres operativos efectuados en Cochabamba, en un reciente fin de semana.
Se efectúa esta cita porque internamente en el país circula la droga, lo que implica que no solamente es para exportarla, sino para comercializarla dentro del país y, por tanto, satisfacer los requerimiento del consumo.
Acerca de ello, según un último informe mundial sobre las drogas, presentado por la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga (Unodic), alrededor del cinco por ciento de la población adulto, o cerca de 250 millones de personas, entre la edades de 14 a 64 años, ha consumido una droga hasta 2014.
Estas cifras reflejan que al tenerse semejante demanda mundial, los pocos países dedicados a producir cocaína, como Bolivia, aportan en magnitudes impactantes al consumo de droga en el mundo. De ahí que, en los hechos, se convierten en países industriales de la cocaína.
Cuando asumió el poder el actual gobierno, anunció que se empeñaría en industrializar la hoja de coca -materia prima de la cocaína- para producir productos medicinales, no de drogadicción. No se concretó el propósito porque, indudablemente, la coca perdería el valor que tiene para la producción de cocaína. De esta manera, el país ahora es importante productor de cocaína.
No puede perderse de vista que las incautaciones policiales de cocaína, si bien son plausibles, empero la que no se incauta de seguro que es infinitamente superior, porque en Bolivia no son los nacionales los únicos productores. Por el contrario, al país han llegado avezadas magias de este delito y saben muy bien cómo producirlas en la clandestinidad e igualmente comercializarlas externamente, porque seguro que el consumo interno, por más elevado que fuera, debe resultar ser una pigricia frente al internacional.
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