Jorge Roberto Marquez Meruvia
Carlos Matus es un hombre que la historia ha olvidado y que fue creador de una escuela de “Políticas de Estado y Desarrollo Local”, con importantes aportes teóricos y prácticos. Entre los aportes casi olvidados de Matus está que hace una distinción sobre tres modelos de liderazgo. Con los modelos que describe podemos ver y explicarnos el escenario boliviano antes y después del fatal desenlace del conflicto con mineros y un viceministro de Estado muertos.
Los modelos de liderazgo son: Chimpancé, Maquiavelo y Gandhi.
El modelo Chimpancé tiene como base el trabajo del antropólogo y primatólogo de nacionalidad holandesa Frans de Waal sobre el comportamiento de poder en comunidades de chimpancés. En este modelo prevalecen las rivalidades y alianzas que tienen como finalidad mantener el poder por el poder. Caracterizado por la imposición de la fuerza para conducir a la manada al azar (a ninguna parte). No se puede evidenciar la existencia de un proyecto de largo o corto plazo. El proyecto es el simio de turno que tiene la capacidad de imponer su fuerza y el simio de turno es el proyecto.
El modelo Maquiavelo supone un comportamiento un poco más refinado y menos salvaje que el primer modelo. Quien ejerce el poder goza de ser alguien que se alfabetiza, logra desarrollar de manera relativa su inteligencia y tiene la capacidad de poner sus valores embrionarios al servicio de un proyecto colectivo. Lamentablemente, el proyecto se confunde con él, en un juego maniqueísta simple, en una combinación binaria amigo-enemigo, donde todo recurso tiene validez para desaparecer al adversario bajo un pretexto común, o una ideología.
El modelo Gandhi, al contrario de las dos mencionadas anteriormente, tiene como base la fuerza moral y el consenso. Es un escenario donde no existen los enemigos. Las ideas y argumentos están en constante movimiento y tienden a prevalecer sobre el ejercicio de la fuerza y el mesianismo. Este modelo ya no trata de derrotar sino de ganar al otro; del reencuentro, de escucharlo, de tolerarlo, entenderlo y perdonar. Superando los antagonismos y las visiones dogmáticas, dejando de lado los prejuicios por una sincera actitud de ver al otro como a uno mismo. Claro ejemplo de que es posible la práctica del tercer modelo son las actitudes que fueron llevadas a cabo por Nelson Mandela y las políticas llevadas a cabo en su gobierno, como la “Comisión para la verdad y la reconciliación”.
Los tres modelos explicados nos ayudan a comprender Bolivia y a varios países del ancho mundo. También son una crítica a nuestra sociedad porque los líderes son un reflejo de nosotros. En 1909 Alcides Arguedas relata que había recibo una carta de José Enrique Rodó sobre “Pueblo enfermo”, en la que éste le decía: “Los males que usted señala […] no son exclusivos de Bolivia: son, en su mayor parte y en más o menos grado, males hispanoamericanos, y hemos de considerarlos como transitorios […]. Usted titula su libro Pueblo enfermo. Yo lo titularía Pueblo niño. Es concepto más amplio y justo quizá […]”. Para Arguedas, de todos los reparos a su obra, la de Rodó fue la que más impresión le produjo.
¿En cuál de los tres modelos nos encontramos descritos los bolivianos?
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