Las revelaciones económicas que hizo el Presidente del Banco Central de Bolivia no pueden ser más alarmantes y sorprendentes, a la vez. En efecto, Bolivia, por un lado, carece de legislación apropiada para controlar capitales y, por otro, continúa exportándolos en proporciones considerables que, por supuesto, contribuyen a descapitalizar al país y le impiden salir del extraordinario grado de atraso en que se encuentra.
La autoridad bancaria sostuvo sin ambages que en el último período de septiembre de 2015 al 18 de agosto de este año, fugaron del país nada menos que 130 millones de dólares hacia los alrededor de 20 “paraísos fiscales”, dato financiero por demás alarmante, en momentos en que Bolivia está perdiendo ingentes sumas por la caída de los precios de las materias primas (gas, minerales, etc.). En efecto, por el bajón del precio del gas hemos dejado de recibir alrededor de un mil millones de dólares y por precios de minerales y agropecuarios una suma parecida, totalizando aproximadamente dos mil millones de dólares, sin hacer referencia a otros rubros.
Esa fuga de 130 millones de dólares de sectores privados sería ilegal y tendría como objetivo evadir impuestos y otras “mil razones” que se desconoce, aunque, naturalmente, su efecto final sería causar daños a la economía del país en general. A esa fuga de capitales de origen “privado” debería sumarse la fuga de capitales por vías oficiales para importación de alimentos y diversos artículos de consumo, que pasarían de los dos mil millones de dólares, con el agravante de que “exportamos divisas e importamos trapos y otros productos fungibles”, lo que debilita paulatinamente la economía nacional.
El Presidente del Banco Central agregó en su declaración ante una Comisión parlamentaria que investiga “los papeles de Panamá”, que se tiene poca información acerca de la referida fuga de capitales y que no se hizo un cálculo de ese problema en lo que se refiere a los últimos diez años, cifra que podría tener un nivel considerable en caso de que cada año estuvieron fugando dineros en la misma proporción que el último año. “Es un monto que se ha ido”, confesó.
Lo más notable de la declaración de la autoridad bancaria consiste, sin embargo, en que remarcó que en Bolivia “No se tiene una legislación que permita controlar el flujo de dinero con los paraísos fiscales”, lo cual dificulta, si no hace imposible, conocer la migración de dinero a paraísos fiscales, menos se sabe si pagaron impuestos. Además de esa afirmación, un parlamentario aseguró que no existen normativas que controlen el flujo de dinero internacional, lo que permitió concluir que, de acuerdo con esas condiciones, Bolivia sería también un “paraíso fiscal” potencial y activo, sin que se conozca en detalle los alcances de este estado de cosas.
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