Una prueba objetiva, entre muchas, del desastre de la producción agropecuaria es la caída de la producción de chocolate, producto alimenticio que el país ha dejado de producir y, por lo que, en cambio, se ve obligado a consumir el producto extranjero que llega por vía de las importaciones oficiales y particulares, así como por contrabando.
La referencia específica sobre ese asunto se traduce en que el año pasado, el país importó 200 veces más chocolate en relación con diez años atrás. Es más, importamos el 99 por ciento de ese alimento, mientras, por otro lado, únicamente exportamos el uno por ciento del total. Utilizando datos comparativos, el Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca que mientras en el año 2006 el valor total de las importaciones alcanzó a 9 millones de dólares, en 2015 ese procedimiento subió hasta los 27 millones de dólares, debiendo observarse que el país importa no solo chocolate sino cacao en polvo, manteca, grasa y aceite de cacao, pasta de cacao y en menor proporción cacao en grano.
De otro lado, las informaciones sobre la utilización del chocolate y derivados señalan que los pocos agricultores que cultivan cacao en regiones tropicales del país, están dejando de producir en vista de varios factores que atentan contra su actividad. Entre ellos el principal es la competencia de precios, pues el chocolate importado es de mejor calidad y más barato y prácticamente está amparado por políticas de libre comercio que practica el gobierno. Otro factor preponderante contra los agricultores chocolateros consiste en factores climáticos y técnicos que hacen muy difícil el cultivo de la planta. A esos factores se agrega el problema climático, fenómeno que facilita las enfermedades, y en este año ha determinado pérdidas superiores al 30 por ciento.
Mientras que ante la indiferencia oficial, el mercado de consumo local sufre la invasión desmesurada de chocolate y derivados, otros países están introduciendo a Bolivia este producto con grandes beneficios y con posibilidades de mejorar aún más su negocio. En efecto, nuestro mercado de consumo es inundado con chocolate de Perú, México, Ecuador y países africanos. Esos aspectos están determinando la ruina de las pocas industrias de chocolate (El Ceibo, Breick, Para ti, Cóndor y otras) que existen en el país, las mismas que después de una etapa de prosperidad, al presente registran pérdidas, menor crecimiento y se ven obligadas a producir desempleo y hasta corren el riesgo de cerrar.
Finalmente queda por señalar que el desastre de la agricultura nacional (excepto soya y similares) se extiende a la producción de trigo, harina, arroz, maíz, frutas, papa, verduras y otros que o bien importa el Gobierno o bien particulares con divisas oficiales, además del contrabando.
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