En el muro externo del Teatro al Aire Libre un eminente pintor boliviano, como es Gastón Ugalde, produjo un mural histórico de notable calidad y digno de merecer admiración y, por consiguiente, de prolijo mantenimiento.
Deplorablemente, una obra de tanta jerarquía y carácter cívico, sufre desde hace tiempo un inaudito ultraje. Su parte inicial está cubierta por restaurantes populares, de manera que la importante obra pictórica no se la puede ya apreciar en toda su valía, como arte y como una expresión magistral de rendir homenaje a las personalidades que trazaron con su obra la historia nacional.
Sorprende y es condenable que el Ministerio de Culturas y la propia Municipalidad permitan que se incurra en un atentado de tanta magnitud, cuando debían ser los organismos que no solo protejan la obra, sino que pueda ser un atractivo turístico de La Paz.
En la ciudad de Santa Cruz, el distinguido pintor Lorgio Vaca pintó también un mural público sobre la historia de aquel departamento. Al presente, “La Gesta del Oriente” es una obra de arte muy apreciada por propios y extraños y, por tanto, merece el respeto cívico y una celosa conservación, como debe ser el reconocimiento al que se hace acreedor un producto cultural que dignifica a un país.
En La Paz, empero, no sucede lo mismo. A las instituciones públicas citadas parece no importarles que el mural del Teatro al Aire Libre haya sido víctima de un atropello de características tan humillantes.
De manera especial, cómo puede justificarse que se tenga un Ministerio de Culturas y no cumpla la misión fundamental que debe tener, proteger la obra pictórica de uno de los artistas más destacados que tiene La Paz, como es don Gastón Ugalde.
Aparte de la mutilación sufrida por dicho mural, tampoco se toma en cuenta que está sufriendo deterioro todo su vértice superior. En unos casos por factores climáticos, pero, al mismo tiempo, porque se ha convertido en una especie de palomar, con todas las consecuencias que ello entraña. Los entendidos en la protección de este tipo de obras podrían sugerir las medidas adecuadas para que ello no siga ocurriendo.
En definitiva, la cuestión no puede ser motivo de tanta indiferencia oficial y cívica. Se trata de un mural artístico de primera calidad y merecedor de ser conservado como expresión histórica y cultural del país. Incluso, merecería figurar como uno de los atractivos de La Paz.
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