Desviar el comercio exterior por el Perú

Las relaciones de Bolivia con Chile nunca han sido cordiales, desde los años de la Confederación Perúboliviana. Chile ha actuado en todo tiempo con hostilidad abierta o encubierta. Nunca ha sido un vecino franco; sin embargo los políticos y los bolivianos encumbrados fueron los más grandes cómplices de su política y nunca se dieron cuenta de la perfidia de su proceder. Por eso la chilenofilia viene desde mucho tiempo atrás, ésta se ha envanecido de su amistad, ha permitido que desde los tiempos de Mariano Melgarejo los chilenos se inmiscuyan en el país, como explotadores mineros, directamente o asociados a aquella, del comercio ladino de recursos y de cuanta actividad de la que han sonsacado pingües utilidades.

Los hábiles chilenos se han entrometido en las más altas esferas sociales y aquellos, antes como ahora, se vanaglorian de acudir a los servicios profesionales que prestan y de enviar a ese país a sus hijos para realizar estudios universitarios, de donde retornan como si sus cartones fueran de La Sorbona, Cambridge o Harvard, sembrando el prejuicio y el complejo de inferioridad.

Durante la invasión chilena de 1879, los gobernantes y políticos bolivianos no mostraron altivez ni planificaron la defensa. La bravura de los militares en las asonadas internas, desapareció en las campañas extranjeras. Replegados del territorio ocupado por el asaltante, a nuestros políticos y gobiernos no se les ocurrió mantener la bolivianidad en los que quedaron, quienes pronto sucumbieron a la chilenización, cuando hay pueblos vencidos que mantienen con orgullo su origen entre la población cautiva.

Si nos cerraron los puertos del Pacífico, los bolivianos no buscamos otras opciones de tráfico comercial, aunque es bueno recordar que los Conservadores procuraron abrir la ruta del Atlántico con proyectos audaces, como los emprendidos por Nicolás Suárez Arana, que no obtuvieron sostenibilidad por los cambios de Gobierno.

Después del Pacto de Tregua y más aún luego del vergonzoso Tratado de 20 de octubre de 1904, que prohijaron los “guerristas” liberales, en lugar de agachar más la cerviz con la letanía de Daniel Sánchez Bustamante, podían elucubrar otra compostura de orgullo y no las sucesivas imploraciones que se han sucedido.

En anteriores escritos hemos hablado de cerrar la frontera con Chile. Si no tenemos relaciones diplomáticas, solo es un grado más el romper toda relación y no construir tantas vías de acercamiento con el depredador. En efecto, a Chile hay dos líneas ferroviarias, cuatro carreteras por Charaña, Tamboquemado, Pisiga y Abaroa más al sur, de la mejor calidad de rodaje, que alimentan un contrabando intenso que beneficia a Chile. No existe tanta conexión caminera con otro país, ni con el Brasil con quien tenemos la frontera más larga, ni con Perú, Paraguay o Argentina.

Según informaciones periodísticas recientes, la carga boliviana solamente por Arica mueve $us.45.000.000 anual, recursos estos y otros con los que Bolivia alimenta el desarrollo del norte chileno. ¿Por qué debe seguir esta situación? Al Perú le beneficiaría que el comercio exterior de Bolivia se desviara por sus puertos de Ilo, Matarani, Mollendo, de forma que este país también debería interesarse en ofrecer sus puertos a Bolivia, por los ingentes recursos que aprovecharía por el desvío del comercio exterior que para Bolivia es asunto de dignidad y honor nacional, porque es mucha la humillación y la falta de respeto que recibe el país y sus transportistas, como ha podido constatar la Comisión Oficial que recientemente viajó a Arica y Antofagasta.

No es explicable tanta sumisión de los bolivianos hacia Chile que, a más del despojo sufrido, son todavía humillados en toda forma. El desvío del comercio exterior goza de la aceptación del público en general y muchas opiniones se ha difundido categóricamente en este sentido.

Puede ser algo más caro este desvío, pero eso no importa si en ello va sellada la honra y la dignidad del país, que en países que se respetan vale como primero.

bdlarltd@hotmail.com