Demanda marítima ante la CIJ, estrategia derrotista

Nicómedes Sejas T.

El Dr. Liborio Uño presentará próximamente una nueva versión de una importante investigación con el título: “La verdadera demanda marítima de Bolivia contra Chile”. Este libro de 500 páginas, documentado en textos oficiales de Chile y Bolivia y estudios de reconocidos investigadores, plantea la necesidad de reivindicar el Litoral boliviano ocupado, y la estrategia jurídica conducente para tal fin. El título de este artículo destaca el enfoque reivindicacionista con base en las importantes correcciones y ampliaciones a una versión muy popularizada sobre el tema: El total de extensión territorial boliviano ocupado por Chile alcanzaría a 186.000 Km2 y una costa de más de 500 km.

La hipótesis central de la investigación es que la actual demanda marítima presentada ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, al no reflejar las condiciones objetivas de la pérdida de nuestro rico Litoral, ignorar las violaciones chilenas de los tratados sobre el tema y el poco esfuerzo de la diplomacia boliviana para plantear una estrategia jurídica de reivindicación de aquel territorio ocupado, convierte nuestra demanda marítima en una resignación derrotista. No significa otra cosa no emplear todos los recursos del derecho internacional conformándonos con una pequeña salida al Pacífico antes de reivindicar todo el territorio del Litoral ocupado. Incluso en un escenario pesimista Bolivia en el plano del derecho puede demandar un territorio marítimo a Chile ante la CIJ con grandes posibilidades de éxito sin llegar a un intercambio de cesiones territoriales.

El autor está convencido de que el despojo del Litoral boliviano, en parte, se explica por la estrategia geopolítica chilena que concibió “el intercambio de litorales” para engatusar a la élite boliviana, logrando que importantes empresarios y políticos bolivianos (Aniceto Arce, Mariano Baptista, Narciso Campero y Heliodoro Camacho) terminen secundando aquella promesa ficticia de que Tacna y Arica pasarían a poder de Bolivia a cambio del Litoral, a condición de una descabellada propuesta de alianza chileno-boliviana en contra del Perú.

En una alusión inevitable a la estructura social de Bolivia y sus debilidades, que a la postre se convirtieron en las causas de la pérdida del Litoral, nuestro autor señala que durante el S. XIX y una buena parte del S. XX, la élite hegemónica feudal de Bolivia, dueña del país, que utilizó el Estado para despojar la propiedad de tierras comunitarias, conservó el servilismo del indígena para explotar la mano de obra gratuita e impuso el tributo indígena como principal fuente de ingresos del Tesoro, también careció por completo de un plan para defender los intereses geopolíticos de Bolivia frente a Chile. Esta élite ignoró que ya en 1842, una ley del presidente Manuel Bulnes, en un acto atentatorio contra la Nación boliviana, “declaró de propiedad nacional las guaneras que existen en las costas de Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama, y en las islas e islotes adyacentes”.

De modo que la inexistencia de un ejército de defensa del territorio boliviano no era más que el reflejo de un Estado con hegemonía feudal y sin conciencia de los intereses nacionales. El pequeño ejército boliviano existente tenía el principal objetivo de defender a los caudillos del poder y reprimir al movimiento indígena que se enfrentaba contra el Estado por defender o recuperar sus tierras comunitarias despojadas.

Según nuestro autor, la demanda de reivindicación del Litoral ocupado se basa en 7 fundamentos de derecho y 29 fundamentos de hecho entre los que cabe destacar los siguientes fundamentos de hecho; que Chile ocupó y se anexó el Litoral mediante una simple guerra de agresión sin declaratoria de guerra, lo que en el marco del derecho internacional público es calificado y sancionado como un crimen de guerra, y que al no haberse cumplido los acuerdos suscritos en 1895 y 1896, por los cuales Chile debía entregar a Bolivia Tacna y Arica a cambio del Litoral, este territorio ocupado debe retornar a la soberanía boliviana. Estos y otros fundamentos de derecho y de hecho deben ser la base de la demanda de reivindicación marítima de Bolivia, los mismos que deberán ser demostrados ante la CIJ, con el fin de que este alto tribunal falle aplicando el derecho internacional vigente.

La demanda marítima planteada en el mencionado libro con amplias bases merece un amplio debate nacional, libre del derrotismo de los diplomáticos tradicionales y la protección de pequeños intereses de grupo, para encarar con más amplitud la solución de este problema centenario.

Como es fácil percibir, este planteamiento difiere sustancialmente de la actual demanda que en esencia no es más que la petición de negociar un corredor marítimo, partiendo del viejo prejuicio de la imposibilidad de pretender la reivindicación del Litoral boliviano ocupado. En sus propias palabras afirma que: “La solicitud y la memoria de la demanda de Evo Morales son una simple solicitud de negociación para que la CIJ obligue a Chile a ceder a Bolivia algún territorio. Los abogados del MAS en sus improvisaciones y desesperación política han terminado adoptando la política marítima concesionista de Mariano Melgarejo y Aniceto Arce”. El escenario post La Haya, de llegarse a una negociación, y con la posición actual de la diplomacia marítima boliviana, sería enteramente favorable para Chile, ya que cediendo algo que usurpó obtendría nuevos territorios de Bolivia.

La obra mencionada también contiene importantes correcciones al falseamiento de los hechos de la guerra del Pacífico, la traición de la élite tradicional boliviana, y descubre ante la opinión pública nacional la actitud derrotista con que actúan nuestros diplomáticos frente a la diplomacia chilena.

En fin, este libro promete enriquecer un debate serio sobre una estrategia de reivindicación de nuestro Litoral ocupado, con el espíritu de sus aguerridos defensores.

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