Hace poco leí en la prensa algo “curioso” que me llamó la atención respecto a que “la publicidad engaña” El engaño es la acción y efecto de inducir a alguien a tener por cierto aquello que no lo es, dar a la mentira apariencia de verdad, producir ilusión, por ello lo de curioso, y porque es una idea que en algún momento se le ocurrió a la diputada Brito (MAS) como parte de su “campaña”. Ahora el viceministro del Consumidor Guillermo Mendoza habla de un “abuso” (juicio de valor) publicitario por lo que serán sancionadas con multas de hasta 21.400 Bs. de acuerdo con el reglamento de la Ley 453 en vigencia. Por ejemplo, anota: “hay locales donde colocan la foto de una hamburguesa jugosa, pero cuando se ingresa a consumir se encuentra con una hamburguesa seca y triste (juicio de valor)”; “hay cremas para la calvicie que irritan el cuero cabelludo” (juicio de valor).
En Bolivia, la publicidad va desde un simple cartel en la calle; en prensa, radio o televisión; Internet o tecnologías digitales etc., masivamente sin haberlo solicitado donde el cliente (con mucha información) “decide” por el artículo de su preferencia. El cliente de hoy no es el mismo de inicios de Siglo XXI, la avalancha de información ha “creado” un consumidor menos “inocente” y por ende la fidelidad hacia un producto ya no es segura; por ello, hablar (a-priori) de “engaño”, más parece una actitud paternal (patronal) del Vice. La publicidad cada día es más sofisticada con estudios de psicología; antropología; semiótica y hasta la neurociencia por lo tanto, simplemente, es ridículo el tal “engaño”. El Vice debe enterarse de que los consumidores muy bien informados cada vez reclaman más, se quejan más, buscan más interacción antes de “decidir” por un producto: ello, precisamente, porque no son “ingenuos”.
El objeto de investigación para demostrar algún “engaño” de la publicidad no coincide con ese cliente “difícil” de persuadir. Por ejemplo, la publicidad y propaganda del Gobierno para “posicionar” al Presidente ¡no engañó! Si fuera fácil de “engañar” los bolivianos el 21f le hubieran dicho Sí a la repostulación de Evo Morales. Entonces, investigar algún “engaño” (sesgadas por “juicios (políticos) de valor”) no tiene el rigor para lograr su objeto –si es que la idea se concreta-. Lo que Mendoza debería advertir es el abuso de la denominada “TV basura” que, por ejemplo, en una programación de 12 horas: 9 es publicidad y de éstas 4 es “publi-propaganda” del gobierno. Más bien el Vice, con base en la CPE y La Ley de Imprenta, debería elaborar un mecanismo que equilibre ese desfase abusivo.
Por último, ¿sabe el Vice que está vigente el Art. 296 del CPP que sanciona a la persona que impidiere la libre emisión del pensamiento por cualquier medio? ¿Sabe que la gente compra mediante intermediarios, cada vez más, que por los anuncios (publicitarios) en la Red? ¿Sabe que la percepción -crucial para la publicidad- no es igual en todos? En fin… el entelético “engaño” (subjetivo) devalúa la AIDA (Atención-Interés-Deseo-Acción) y el condicionamiento clásico propuesto por Albert Bandura, el del estímulo neutral que puede generar o no una actitud aprendida o imitada. Es más, lo abusivo es devaluar a los profesionales de la comunicación. Por ello, me gustaría conocer el estado de Arte de la propuesta de Mendoza, aunque sus juicios de valor a priori devalúan su “propuesta”. Pareciera el correlato de la asfixia económica a los medios independientes; al quitarles publicidad oficial.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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