El agónico régimen de Nicolás Maduro está terminando aislado de gran parte de la comunidad latinoamericana y el ejemplo está en que sus socios del Mercado Común del Sur (Mercosur), Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, le han trancado la puerta que da acceso a la presidencia rotativa del organismo. De un envión, cuatro naciones sudamericanas le han hecho saber a Maduro que no aceptan los tramposos manejos que hace del sistema democrático venezolano, además de la violación a los derechos humanos.
Nicolás Maduro está aferrado al mando con uñas y dientes, pero aparentemente su final está cercano. Es una realidad que saldrá del mando mediante el referéndum revocatorio que impulsa la oposición. Si el referéndum se realiza de acuerdo con la ley Maduro debería dejar la presidencia el 2017 y convocar a elecciones donde los bolivarianos recibirían una paliza segura. En el mejor de los casos para él lo sucederá su Vicepresidente, pero Maduro ya está de salida luego de la catastrófica conducción económica que ha realizado y que en gran parte la heredó de su antecesor, el locuaz y poco responsable Hugo Chávez.
La violación a la Carta Democrática Interamericana, pero sobre todo el Protocolo de Ushuaia sobre el Compromiso Democrático en el Mercosur, ha hecho de Nicolás Maduro un indeseable para los cuatro socios fundadores del organismo cuyos cancilleres, con sus propias firmas, han optado por cerrarle el paso a Venezuela a la presidencia pro témpore del grupo de integración, además de amenazarla con suspenderla si no cumple con las normativas jurídicas del bloque económico.
Esto, si se lo ve desde el punto diplomático, no es algo menor, porque así como las cuatro naciones mencionadas están molestas con el abusivo proceso democrático de Venezuela, harán causa común también en la OEA y en Unasur, sin duda. Y si bien cada nación tiene un voto, la influencia de Argentina y Brasil puede ser decisiva para poner en mal pie a Caracas. El aislamiento de Maduro será cada día mayor y si esto se acrecienta en la comunidad internacional y la oposición continúa movilizada exigiendo sus derechos y protestando contra la existencia de presos políticos, no sabemos a qué artificios recurrirá Maduro para salvarse.
El descontento popular en todas las ciudades venezolanas es absoluto por la escasez de alimentos y de accesorios de primera necesidad y lo cierto es que el único sostén del régimen está en las Fuerzas Armadas, que, desde las épocas de Chávez, están sometidas a la Revolución Bolivariana y obedecen más a sus mandatos que a lo que ordena la Constitución. Cuando un presidente tiene como su más importante apoyo a las Fuerzas Armadas quiere decir que ha perdido el favor del pueblo, pero, además, no existe ninguna garantía de sobrevivencia, porque es bien sabido que la sola defección de una unidad militar provoca el levantamiento del resto y el derrumbe del Gobierno se produce en cuestión de horas.
Es de suponer que la experiencia venezolana en el Mercosur está siendo observada atentamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, ya que nuestro país está a punto de incorporarse al grupo y sus relaciones no son precisamente cordiales con Brasil y Argentina, lo que no es poco decir. Con el cambio de administración en las dos naciones más poderosas de Sudamérica, Bolivia no ha quedado nada feliz y ha cometido el despropósito de hacerlo saber públicamente. Veremos cómo nos va y si somos recibidos con afecto o no.
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