La noticia de perfil
Dos collingas extraviados en la Expo Feria de Santa Cruz motivaron la envidia del Presidente del Estado Plurinacional y Folklórico, del Ministro de Gobierno y del superministro Quintana, uno de los cuales instruyó la inmediata captura de mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo, argumentando que la cholita cochabambina pertenece al personal palaciego.
En poquísimo tiempo ella fue detenida y conducida ante el Primer Mandatario, quien le anunció su periplo presidencial que lo llevaría a Venezuela, luego a New York, sede de las Naciones Unidas, para luego trasladarse a Ginebra-Suiza, para después retornar a Cochabamba.
Ante el anuncio del viaje presidencial la periodista valluna preguntó al ilustre viajero si viajaría solo o acompañado, siendo informada de que -como siempre- viajaría el mandamás acompañado de una “nutrida” delegación, no porque fueran muchos sus compañeros de viaje sino “nutrida” porque todos esos afortunados están gorditos y algunos ya están lustrosos.
El ilustre viajero explicó a mi subordinada periodista que el mandatario de un país digno como es Bolivia tiene que estar protegido por algunos guardaespaldas fortachones, un encargado de cuidar las valijas de toda la delegación y un hombre muy honrado que administra los gastos comunes de la delegación boliviana.
La cholita o bambina cochabambina y por lo tanto muy perspicaz preguntó al mandatario si él podría recibir algunos encargos de ella, siempre que no fueran mucha molestia; el caballeroso mandatario le dijo que “con mucho gusto”.
Dijo Macacha: “Como estará usted en Venezuela, le ruego entregarle al presidente Maduro, este pequeño mensaje en el que le digo “si ya estás Maduro, ándate nomás”. El presidente Evo explicó a Macacha que él (Evo) no se metía en la política interna de otros pueblos, y la cochala nacida en Quillacollo no pudo contener una carcajada, con su estilo.
Luego, la cholita confianzuda le entregó al presidente Evo una bolsa que contenía diez sándwiches de chola, diciéndole: “En Venezuela no hay nada para comer, sírvanse estos sandwichitos en mi nombre”.
Luego, la cholita valluna le entregó un pedazo de cadena para que Evo le entregara en mano propia al embajador de Bolivia en Naciones Unidas, Sr. Sacha Llorenti, porque “la cadena de mando” se rompió en Chaparina. De regresó usted pasará por las Europas, le ruego saludar a un tal Berlusconi. El presidente Evo aceptó el encargo, por ser una costumbre muy boliviana.
Eso es todo lo que me contó mi discípula periodística. ¿Será verdad?... Yo no le creo, porque hay algunos periodistas muy mentirosos, como yo.
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