La noticia de perfil
Acostumbrada a comunicarme buenas noticias, mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo me informó que el presidente vitalicio Evo ya se encuentra en Nueva York, sede de las Naciones Unidas, donde conversó con personajes mundiales, de quienes demandó su apoyo para nuestra causa marítima, lo cual no me pareció nada extraordinario.
Al percibir mi escepticismo, la inteligente periodista se dio cuenta de que algún problema gordo me afligía y de que era menester aliviarme de mi pena, para lo cual me cogió de un brazo y me invitó a dar un paseo, pues la primavera había comenzado y el sol entibiaba la ciudad andina.
Ambos tratamos de captar el sentimiento de las personas que hallábamos a nuestro paso y fue mi bambina cochabambina la primera en advertir que la crisis trata de ser silenciada en los círculos oficialistas, pero que está mordiendo a nuestro pueblo, que ya ve pasar ante las puertas de sus hogares a las vacas flacas que grafican la situación que ya empezamos a vivir.
Espontánea y generosa como siempre, la cholita valluna llevó las manos a sus polleras para extraer de su bolsillo una suma de dinero capaz de aliviar mis necesidades de este fin de mes, pero grande fue su sorpresa cuando me negué a recibir el dinero que me ofrecía mi subalterna periodística, diciéndole mitad en broma y mitad en serio: “es la primera vez que me niego a recibir dinero de una mujer porque siempre sostuve humorísticamente que “mujer que no te da plata trae mala suerte…”.
Cuento todos estos diálogos con la cochabambina nacida en Quillacollo para decir a nuestros lectores que las vacas flacas han llegado a nuestro país y los únicos que no las quieren ver son los nuevos ricos de nuestro tiempo, los que recorren el país en aviones o en helicópteros, o en automóviles blindados precedidos por motocicletas.
Las vacas flacas han llegado y están rumiando por la mayoría de nuestras ciudades y pueblos. Que nadie me lo niegue porque yo las he visto, pues, la otra noche cuando salí de mi casa a comprar cigarrillos y me tropecé cara a cara con el trasero de una vaca. La crisis ya nos golpea a los pobres y allá en el horizonte no queda otro camino que mirar a Venezuela, que no está muy lejos, donde a los recién nacidos los ponen en cajas de cartón porque no hay incubadoras.
Tratemos con cariño a las vacas flacas porque no son vacas cualquiera y nos dan leche merengada.
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