El Mercosur y el Venexit

Como un auto de fe para los supersticiosos, el pasado martes 13 de septiembre, los cancilleres de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay decidieron que Venezuela no debía asumir la presidencia rotativa del Mercosur, como estaba previsto en el calendario del bloque, por no cumplir con los compromisos asumidos de adhesión al Mercosur y, de acuerdo con la declaración emanada por este grupo de países fundadores del proceso de integración regional, si Venezuela “persiste en no cumplir con las obligaciones pactadas” el país corre el riesgo de ser suspendido del bloque a partir del 1 de diciembre de 2016.

Sobre llovido, mojado, dos días después de esa aciaga fecha, el Fondo Monetario Internacional anunció que la economía venezolana se contrajo el año pasado en casi 6% y que este año tendría un crecimiento negativo de 10%.

Frente a tal situación el gobierno chino no permaneció indiferente y, aduciendo la escasez de solvencia; el incumplimiento de pago de intereses; y la falta de retorno de los casi 54.000 millones de euros que le prestó a Venezuela; ha decidido no concederle nuevos préstamos; no invertir ni una moneda más en el país bolivariano y, lo peor, por razones de seguridad ha iniciado el traslado de sus empleados a Colombia y Panamá, ya que la comunidad china se ha convertido en blanco de bandas dedicadas al secuestro y a la extorsión.

Asimismo, los gobernantes chinos han abierto una fase de negociación con legisladores y consultores de la oposición venezolana, para iniciar la discusión sobre un gobierno de transición y un plan económico de recuperación. De esta manera los asiáticos dejan a Maduro colgado de la brocha y quitan el último soporte de su régimen de corrupción y malversación de fondos que estaban destinados al desarrollo.

Al parecer, estos nada optimistas acontecimientos marcan el cercano fin de los regímenes populistas que, como el brasileño y el argentino, durante más de una década dilapidaron sus recursos cuando éstos marcaban un récord de precios en el mercado internacional. Hoy la historia es muy diferente, no porque se haya hecho cosas distintas, sino por que Venezuela ya no cuenta con la musculatura que le brindaba el petróleo de 140 dólares, y ya falleció el comandante eterno que se permitía incursionar en la política interna de todos los países a los cuales tenía supeditados a su petrochequera.

Recordamos la exclusión del Paraguay, cuando su presidente fue relevado del cargo por disposición constitucional de su parlamento, tanto Mercosur como Unasur resolvieron suspender a ese país de su calidad de miembro pleno, algo que se quiso remedar contra el impeachment de la ex mandataria brasileña, con actos de intromisión desafortunada en la política interna de esos países, que al final se revirtieron en contra de sus gestores.

A fin de atenuar este bochorno, Maduro organizó una millonaria, como desairada Cumbre de países desalineados, donde el plácido sueño del déspota de Zimbabue, Robert Mugabe, puso la nota de color que quizás presagió, al igual que el brexit europeo, el ocaso del Mercosur y el inicio del Venexit.